domingo, abril 03, 2011

Rest: Capítulo 25


- Ustedes dos son demasiado tercos, ya entiendo porqué están destinados a estar juntos.- me dijo Uriel cuando ya estaba de vuelta en la casa.
- Traté de convencerlo, de verdad… pero si no quiere; no puedo obligarlo. Al menos no le estoy mintiendo
- Lo sé, aunque… estoy seguro que cuando esto termine y los demás se enteren de lo que he hecho me van a castigar; y feo.- hizo una mueca
- Lo siento, pero piensa que le haces un bien a la humanidad.- negó.- Ok, a dos personas que serían completamente infelices si no fuera por tu ayuda
- Eso suena algo mejor…
- En todo caso, no pasa nada aún.
- Tres semanas se pasan más que rápido.

Suspiré; tenía toda la razón.
Tres semanas pasaron volando, consumiendo cada minuto, cada segundo de tranquilidad que nos quedaba a Uriel, Billie y a mí.

En el colegio las cosas eran normales, tareas, trabajos grupales, pruebas; Billie y Mike se escapaban al menos dos veces por semana (en las clases que por más esfuerzos que hicieran iban a reprobar de todas formas) y nadie sospechaba nada extraño en nosotros.
Éramos una pareja contenta que recién empezaba con su romance, incluso para Mike nuestros problemas pasaban desapercibidos, pero no la última semana de enero.

El bloqueo se deshizo y con Billie decidimos terminar. Sin rodeos, sin despedidas dramáticas y sin llantos. No era que dejaríamos de vernos, sólo evitaríamos cualquier tipo de contacto físico.
El primero en notar el cambio que habíamos experimentado fue Mike.

- ¿Qué les pasó?- nos preguntó cuando salimos de clases.-
- ¿De qué hablas?- pregunté, haciéndome la que no sabía de qué hablaba
- No han estado pegados en todo el día, con suerte se hablan y ni siquiera se miran a los ojos.- argumentó
- Terminamos - fue el turno de Billie, sonando bastante enojado
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Me tengo que ir a NY la próxima semana, y es mejor así…- le expliqué
- No me habías contado
- No quería hacer un drama de eso.
- ¿Te vas… para siempre?
- No, no lo sé… planeo volver pero no estoy segura de cuando.- silencio.
- ¿No pensabas contarme?- Mike sonó más que dolido
- Sí, obvio que sí. Pero… no todavía; no sé ¿Para qué hacer show antes de tiempo?
- Nos darías tiempo para organizarte una despedida.- me respondió
- Bueno… pero ya sabes ahora.
- ¿Cuándo te vas?
- El seis.- dijo Billie en un susurro, interrumpiéndome.
- O sea, en una semana-
- Brillante conclusión Mike.- dije riéndome.
- Tenemos tiempo para organizar algo
- No es necesario, en serio.- le dije, porque realmente no lo era.
- ¿Podrían dejar de hablar como si fuera algo bueno? Porque no lo es. Y sabes…
- Lo sé, lo siento.- interrumpí a Billie antes que dijera algo más de lo que debía.

Mike se quedó en silencio, notando lo mucho que le afectaba a Billie la situación.
Lo que quedaba del trayecto lo hicimos en silencio, hasta que me despedí de ellos y entré.

Aunque no hubiese querido, los pensamientos de Billie se colaron inmediatamente en los míos, y me enteré de que Mike le preguntaba por qué le afectaba tanto, si llevábamos tan poco saliendo.
Pensé que iba a decirle algo, pero un simple “no lo sé” de su parte bastó para que Mike dejara de hacer preguntas, al menos por ahora.

Cuando ya se hizo de noche, y no supe qué hacer me fui a acostar y decidí conectarme con los sueños de Billie.
Hablamos un poco (nada importante) y le conté que no iría a la escuela en lo que quedaba de la semana. No me reprochó nada, sólo asintió y me dijo que me echaría de menos.
No quise responderle que yo también, más de lo que imaginaba pero no lo hice porque pensé que era lo mejor. Separarnos gradualmente hasta que se hiciera definitivo.

Como le había dicho a Billie, no me aparecí por la escuela en la semana y hablé con el director explicándole que debía volver a NY. Me cargaba dar explicaciones, pero era necesario… además así le ahorraba a Billie y Mike que los llamaran para preguntarles por mí.
En las tardes Mike iba a visitarme, pero Billie no se apareció ningún día, y yo dejé de aparecer en sus sueños, respetando su decisión de no verme más.

- Realmente no entiendo porqué le afecta tanto.- me dijo Mike el jueves.- O sea, no te vas al fin del mundo…
- Lo sé; pero… el asunto es que no sé si alguna vez podré volver, o si podremos mantenernos en contacto
Mike torció una mueca, y esperó algunos segundos para seguir hablando.

- Yo sé que me dijiste que no querías despedidas, pero creo que… podríamos hacer algo mañana de todas formas
-¿Algo como qué?- inquirí levantando una ceja.
-Cerveza, música; tú, yo y Billie si es que quiere…-
-Me parece bien
-¡Genial! ahora me voy a casa antes de que mi mamá me extrañe demasiado.
-Mañana entonces… ¿en casa de Billie?- él asintió- Nos vemos.

Nos despedimos de un beso en la mejilla y luego se fue.
Esa noche decidí aparecer en el sueño de Billie por última vez.

-Pensé que te habías olvidado de mi existencia.- me dijo Billie cuando se percató de que estaba junto a él.
-Tú no me has ido a ver, podría decir lo mismo.- agachó la cabeza
-No quiero que vayas a hacer… esa audiencia- no me quería mirar a los ojos.- Podría salir todo mal…
-Las cosas van a salir bien, en serio.- me acerqué a él y le acaricié la mejilla.
-¿Cómo puedes estar tan segura?
-No puedo estarlo, sólo espero que sea así… tengo fe en que las cosas resultarán.-
-¿Qué es lo peor que te podría pasar?
-Me condenarían a ir al infierno… supongo.- lo dije tan tranquilamente que hasta yo me sorprendí.- Pero si mi destino es estar ahí, estaré de todas formas; sea por esto, o por cualquier otra cosa. No te sientas culpable.
-No me puedes pedir eso
-No sabrías que me pasó en todo caso. No sabrás nada de mí hasta que todo termine.
-¿Cuánto se pueden demorar?
-Días, semanas… meses; años. No tengo idea.- noté que Billie se entristecía.- Pero eso no importa, no vine a eso.
-Lo supuse
-Mañana Mike me hará algo así como una despedida… ¿estarás?
- ¿Quieres que esté ahí?
- Por supuesto que sí.
- Entonces sí estaré.- trató de sonreírme, sin tener mucho éxito.  
-Entonces nos vemos ahí.- le dije y empecé a desvanecerme.
-¡Sue! ¡Espera…!- oí que Billie me llamaba pero no iba a devolverme. No estaba bien que usáramos los sueños para comunicarnos y dejarnos dominar por nuestras emociones.

Cuando desperté en la mañana, Uriel ya se había ido. Me había comentado que hablaría con los de la junta para explicarles que yo iba a presentar hechos importantes, y que era necesario hacerlo arriba.
Ordené un poco las cosas, me vestí y esperé que la hora avanzara.
Me sentía ansiosa, y no sabía qué hacer para controlarme. El tiempo se me iba demasiado rápido. No me di cuenta cuando ya eran las seis de la tarde, y Mike estaba tocando la puerta junto a Billie para irnos a su casa.
Los saludé, y sin mencionar la palabra “despedida” en todo el trayecto llegamos a su casa.
Ollie me recibió con un fuerte abrazo.
-Te extrañaremos, de verdad.- me dijo conteniendo las lágrimas.

No supe qué decirle, por lo que no dije nada y luego de ser abrazada por ella algunos minutos miré a Mike con enojo.
-¿Le contaste a todo el mundo?- inquirí cuando había logrado zafarme de la madre de Billie
-Ella merecía saberlo.-

Era verdad. Me había encariñado algo con ella, era imposible no hacerlo de todas formas.
Cuando llegamos al garaje, vi que tenían todo el alcohol listo para beber, las guitarras conectadas y varios discos para escuchar.
La primera cerveza fue en mi nombre, y no paramos de beber en todo el rato desde ese momento.
Mike fue el primero en embriagarse hasta empezar a decir idioteces y ponerse sentimental. Creo que terminó llorando cuando me entregó una carta de despedida. Luego de eso quiso beber más, pero se quedó dormido en el sofá.
Billie y yo en cambio estábamos bastante sobrios (yo más que él, claro) Y nos quedamos conversando un rato más.

-Yo también te tengo algo- me dijo, y luego de desaparecer por algunos minutos volvió con un trozo de papel doblado en su mano.- Léelo cuando llegues a tu casa, o lo que sea.
-Está bien.- le dije y llevé mis manos hasta mi nuca. Desabroché el collar que tenía en el cuello y se lo pasé.- Soy pésima escribiendo, así que… esto es para que te acuerdes de mí cuando no esté
No me dijo nada, sólo asintió y lo recibió.
-Creo que me voy ahora.- le dije. No quedaba nada más que hablar, nada que discutir, nada que hacer- Te extrañaré, más de lo que imaginas
-Yo más…- se acercó lentamente, temiendo que lo rechazara hasta que estuvimos cerca y me besó.

Fue el beso más doloroso que habíamos compartido. Pero no por ese ardor al tocar su piel, sino porque sabía que sería el último que le daría en mucho tiempo.

 Quise guardar en mi memoria lo que sentía, y sin querer dejé que unas lágrimas resbalaran por mi mejilla.
-No me olvides para cuando vuelva.- le pedí sin separarnos por completo.
-Te voy a estar esperando…

Asentí y me fui antes de que fuera demasiado tarde.
Esa era nuestra despedida, en ese beso quise demostrarle todo lo que me pasaba, pero no fue suficiente. Nunca sería suficiente.

Volví a la casa llorando desconsoladamente, pero el llanto cesó de inmediato cuando noté que todo en la casa había cambiado. No había muebles y una niebla espesa recorría todo el lugar.
Divisé a Uriel y me sonrió, para darme fuerza.

-Te estábamos esperando- me dijo y me tendió su mano, la que volvía a tener el color y textura de cuando lo conocí.
-Espero que el asunto que tengamos que conversar no sea lo que espero.- Me dijo alguien que no reconocí.
-Esperemos llegar y hablamos- le dijo Uriel con tono solemne, y luego se dirigió a mí- Nunca practicamos esto, pero debes sostener mi mano y no soltarla porque vamos a ascender.
-¿Cómo?
-Levitando.- me asusté-Pero no es nada del otro mundo.- dijo irónico. Me enfadé ¿Cómo podía bromear en ese momento?- ¿Lista?
-No lo sé
Me tomó con fuerza y sentí que él se elevaba y me tiraba desde alto.
Me impulsé tratando de saltar, pero mis pies estaban como pegados al suelo.

-Cierra los ojos y déjate caer.- sentí que Uriel me susurraba.

Le hice caso y de inmediato sentí que mis pies dejaban de tocar el suelo, y todo mi cuerpo emprendía el viaje hacia arriba.
Pasaron pocos segundos cuando sentí que algo me atravesaba todo el cuerpo, desde la cintura hacia arriba y ahí supe que el cuerpo humano que tenía había quedado atrás.
Ahora mi piel era grisácea (igual que la de Uriel); mi cabello brillaba como si tuviera diamantes y las alas que habían sido tatuadas ahora eran reales en mi espalda.
Había dejado el mundo de los humanos, había llegado mi hora. Suspiré y traté de calmarme. Todo había sido tan rápido que no había tenido tiempo para asimilar nada.

- Aquí estamos… suerte.- me dijo Uriel, y juntos entramos donde El Guardián nos esperaba, listo para empezar su interrogatorio; y yo tuve que estar lista para responder todas sus preguntas y presentarle mi caso.