jueves, mayo 05, 2011

Rest: Capítulo 28



Haber ido a ver a Billie Joe fue algo completamente irracional, estúpido y doloroso. Lo tenía más que claro, pero necesitaba verlo, decirle que estaba bien y que él debía estar bien por mí.
 Ver cómo llevaba su vida después de que me fui no era agradable, y temía porque el futuro que supuestamente le esperaba se cumpliera. El suicidio era la peor opción, o al menos eso me había dicho Uriel y era algo que realmente no quería para él.
De todas formas, confiaba en que fuera lo suficientemente inteligente, que usara bien las neuronas que la marihuana y toda esa porquería que consumía aún no afectaba; y recapacitara.
Lo único que podía hacer para ayudarlo era visitarlo en sueños, aunque tenía que ver si los de aquí se daban cuenta que lo había hecho y las repercusiones que recibiría antes de hacerlo nuevamente, o de siquiera considerarlo.

Pero pasaron varios días y no tenía noticias de nada. Sólo estaba en este cuarto sin vida, con muchos seres parecidos a mí, deambulando, esperando impacientes a que les designaran a alguien para salvar o alguna tarea para poder avanzar, salir de este lugar; pero nadie hablaba. Cero comunicación entre nosotros.
Varias veces quise interactuar con algunos que pasaban por mi lado, pero al hacerlo me ignoraban completamente, dándome a entender que por más que lo intentara o recibiría ninguna respuesta porque estábamos obligados a no tener contacto entre notros, aunque quisiéramos.

A veces podía percibir lo que hacía Billie Joe, o cuando me llamaba con muchas fuerzas pero no iba a verlo. Tenía que esperar por alguna señal que me indicara que ni él ni yo saldríamos perjudicados si volvía a aparecerme en sueños, que era la única forma en la que podría  “materializarme” ante él.

Como no tenía noción del tiempo, no sabía exactamente cuánto tiempo llevaba en aquel lugar, ni cuántos días habían pasado de la última vez que había tenido alguna interacción con alguien o algo.
Me sorprendí cuando, de repente empecé a sentir un leve silbido en mis oídos, que se fue intensificando de a poco hasta convertirse en una voz que se me hacía más que conocida.

- Sussan.- era la voz de Uriel, que provenía de un lugar que no podía diferenciar.- ¿Puedes escucharme?
- Sí.- respondí mentalmente, ansiosa.
- Acabo de terminar de exponer tu caso, y tu audiencia será… en unos breves minutos.
- ¿Qué debo hacer?
- Tienes que visualizar una puerta de cristal enorme donde estás.- le hice caso. Estaba bastante lejos de mí, pero el tamaño era tan grande que podía apreciarse desde cualquier lago
- OK
- Ahora, vas hasta allá e inmediatamente se abrirán las puertas. Sales, abres tus alas y dejas ellas te dirijan a ti. No te asustes si piensas que te demoras mucho, o si van a mucha velocidad.- asentí.- Nos vemos cuando llegues.

La comunicación cesó y me dispuse a hacer lo que me había dicho sin analizar nada, simplemente lo hice, sin cuestionar.

No tardé mucho en encontrar la puerta, la atravesé y abrí mis alas.
Al principio no pasó nada; sólo me quedé flotando unos minutos y luego tomaron dirección.
Realmente iba muy rápido, pero no importaba.
Como ya no tenía noción del tiempo, no pude calcular cuánto me había demorado.

Llegué a un lugar diferente a los demás. Estaba completamente iluminado, el piso parecía ser de vidrio y por debajo se apreciaban pequeñas burbujitas y muchos hilos dorados que se juntaban en una bola enorme, como una madeja de lana cubierta del mismo vidrio.
Me agaché y vi que dentro de los hilos iban pasando imágenes, nombres y palabras que no alcancé a leer porque circulaban muy rápido.
Cuando me puse de pié, Uriel estaba a mi lado. Me saludó con una sonrisa, la cual devolví y esperé a que me dijera algo, pero como no lo hizo tuve que preguntar yo.

- ¿Dónde estamos?
- No sabría cómo llamarlo…- contestó, algo dubitativo.- Pero es como la sala de control de todo lo que pasa y deja de pasar en el mundo.
- ¿Y qué son los hilos?-
- Vidas, entrelazadas con otras, y al final.. esa madeja enorme es lo que los humanos podrían llamar destino.- rió.-
- ¿Quién controla todo esto?
- Nadie. Los hilos se conectan por sí mismos… es que todos nacen de la misma madeja, y ahí se reparten a las almas que van circulando… y en algún momento esas almas se juntan con otras, sus vidas se entrelazan, se forman vínculos y luego todo vuelve al comienzo… donde esas vidas son vaciadas y entregadas a nuevas almas que estaban esperando su turno para vivir.
- ¿Qué?- inquirí sorprendida
- En algún momento te explicaré mejor, ahora tenemos cosas que hacer.- me respondió
- Espera, ¿con esto ustedes ayudan a las personas a cumplir lo que se supone deben hacer?-
- Exacto
- ¿Qué salía en la mía?- alzó una ceja.- ¿Qué es lo que según esto debería pasar?
- No lo sabemos, porque tu hilo se partió por la mitad… y tienes dos caminos, dos alternativas…
- ¿Entonces?
- O sea, lo normal es que se divida en la mitad y todo bien, pero el problema contigo es que una mitad quedó intacta pero desprendida totalmente de tu vida, y la otra mitad se dividió en muchos hilos pequeños que aún no logramos ubicar completamente.
- ¿Qué se supone que significa eso?-
-No lo sé. Yo no sabía nada de esto, ni siquiera sabía si era posible hasta ahora… así que aparte de lo que te dije no sé mucho.- suspiré.- Pero eso no es lo importante ahora, insisto
-Cierto- recordé.- ¿Dónde vamos entonces?
-Vamos a ver a lo más parecido a Dios que existe.-

No respondí nada. Sólo avancé junto a él en silencio. Me intimidaba pensar en lo que posiblemente me encontraría.
Avanzamos un poco, y entramos por unas puertas que parecían de agua cristalina, completamente transparentes, pero de nuevo con pequeñas burbujas insertadas por toda su extensión.

Entramos y sentí un aire frío recorrer todo mi cuerpo. Me estremecí y acto seguido apareció ante mí un hombre normal, común y corriente.
Llevaba una túnica blanca, el pelo corto y lo único que llamaba la atención en él era su piel, tan blanca como es posible y sus ojos y labios eran rojos, haciendo el contraste perfecto.
Si lo hubiese visto antes me hubiese dado la impresión de un vampiro más que de Dios.

-Sussan.- fue lo primero que escuché, con una voz suave y delicada. Ahí me di cuenta que no era un hombre, sino que era más parecido a una mujer. Las facciones finas, y un pequeño bulto que sobresalía de su pecho. No sabía qué decir. Las palabras no alcanzaban a formarse. A pesar de lo normal que se veía, era bastante intimidante.
-No tienes que decir nada, no te preocupes.- intervino Uriel.- Ella sólo verá en tu mente lo que necesita saber.
-Está bien.- asentí
-Nada de bloqueos- me advirtió.
Cerré mis ojos y dejé que invadieran mi mente. Uriel y ella, Dios o lo que fuera….

-¿Qué es lo que piden exactamente?- inquirió luego de un rato; no sé si fueron segundos, minutos u horas.-
-Retornar, una segunda oportunidad. Creemos que la división de su vida pudo habernos hecho tomar el camino equivocado en cuando a su hora.- le explicó Uriel.
-Sabes que eso es casi imposible.
-Casi… no he sido yo quien lo ha dicho.-
-¿Sabe lo que le espera después?- Uriel negó.- ¿Estás segura que es lo que realmente quieres?- preguntó, mirándome a mí en esa oportunidad
-Sí.
-Debes saber que al retornar, serás un humano más, igual de vulnerable… no podrás usar tu mente como comunicación y no obtendrás ayuda de parte de nosotros en ningún momento.- asentí.- Y cuando mueras… porque morirás nuevamente; la salvación no será una opción para ti. Te la dimos y la estás rechazando.
-¿Qué?
-Estás muerta, y estás a un paso de salvarte, eso lo sabías.- asentí con la cabeza.- Pero ahora pides volver… si te damos esa oportunidad, las puertas del “cielo”- dijo señalando comillas con los dedos- quedarán cerradas para ti cuando vuelvas a morir.
-¿Y qué pasará conmigo?
-No puedes saber cómo son las cosas del otro lado. Así como nunca supiste sobre nosotros…Y como no sabes qué traerá eso de ser salvada si lo decides así. Nadie puede saberlo, y tú no eres la excepción.-
-Creo que no comprendo todo.- musité.- Es decir que, si ustedes deciden darme otra oportunidad al morir no podré salvarme, y que me dejarán completamente sola. ¿Eso es?
-Exacto.- sonrió.- Tienes que estar muy conciente de las consecuencias a las que te enfrentarás si decides seguir con todo esto
-Estoy dispuesta.
-No tienes que decidirte de inmediato.- me interrumpió Uriel
-No, estoy segura. No me importa no disfrutar después de morir si no pude ser completamente feliz estando viva.-
-Nadie te garantiza que serás feliz, o el tiempo que tendrás.- me dijo Uriel en un susurro.- Puede que bajes, estés caminando por una calle y mueras de inmediato
-Estoy dispuesta a correr el riesgo
-Suena bastante segura.- Intervino la mujer, o lo que fuese.
-Sí, estoy segura
-Perfecto. Ahora, lo único que tienes que hacer es esperar a que te demos la sentencia final.
-¿Cuánto tiempo tarda eso?
-No lo sé. Sólo espera, y luego te diremos qué hacer.- sonrió.- Uriel te dejará donde llegaste y volverás con los demás. Estarás incomunicada en todo momento, nadie puede saber lo que hay aquí si aún no es el momento para que lo hagan. ¿De acuerdo?
-OK
-Y si vas a visitar a … Billie Joe como lo hiciste para su cumpleaños, no puedes hablarle, por ningún motivo. O la petición se anula.
Comprendí las instrucciones, así que la mujer se fue de inmediato, sin necesidad de despedidas.
Uriel me miró de una manera que no supe descifrar. No sé si estaba enojado, dolido o si sentía compasión o pena por mí. En el trayecto no dijo nada.

-Si todo sale bien, no necesitarás más de mí, pero de todas formas… trataré de no dejarte sola.- me dijo
-¿Aquí nos despedimos entonces?
-Sí.- me dijo y lo abracé con fuerza, aunque parecía que estaba abrazando el aire.- Sólo recuerda, eso de la salvación no existe del todo. Puede que estés en el mismo infierno, pero si fuiste feliz te podrás aferrar a eso.- asentí.- Y dale instrucciones a Billie si te dan el permiso para que luego pueda encontrarte.
-No entiendo
-Cuando muera, dile que busque su hilo, y te encontrará. Estoy seguro que en algún momento los hilos de tu vida que andan por ahí volverán y se entrelazarán con los de Billie, y seguirán unidos incluso cuando lleguen a su fin, y sean ocupados por otras almas más.

Me quedé en silencio. Uriel no dijo nada más y desapareció.
No alcancé a agradecerle por todo lo que había hecho, ni pude decirle que jamás lo olvidaría pero creo que lo sabía. No necesitaba que le dijera las cosas para saber que eran así.
Si hubiese tenido lágrimas estoy segura que habría llorado. Aunque no tuve tiempo de nada, ya que mis alas se extendieron y me llevaron de vuelta en frente de las puertas de cristal donde había salido antes. 

lunes, mayo 02, 2011

Rest: Capítulo 27



Hey ¿puedes oírme? Estoy llamando tu nombre. ¿Hola? ¿o es este un adiós? El brillo en tus ojos complica mi cerebro ¿Lo veré otra vez? Así puedo descansar mi mente.
Angel; ángel... bailando a lo lejos mientras todos mis pensamientos se reorganizan.
Ángel; ángel... Alejándose justo cuando las cosas parecían haber cambiado, así puedo descansar mi cabeza


El día de mi cumpleaños llegó bastante rápido. Once días de que Sussan había desaparecido de mi vida por completo y no aún no me acostumbraba a la idea de lo que era; pero tenía muchas noches libres para pensarlo, darle miles de vueltas; y aquello bastaba para que todos notaran lo diferente que andaba últimamente.

No iba a tocar con Mike en el garaje, y si salía era para ir a drogarme y así pensar claramente;  iba a emborracharme a cualquier lugar, o lo que fuese.
Mi cabeza necesitaba un descanso, la incertidumbre me estaba matando lentamente.

- Pareces un zombie- me dijo mi mamá cuando me fui a acostar el 16 de febrero.- Descansa bien para mañana.
- Está bien.- le dije y me acerqué para darle un beso de buenas noches.- Y tú también deberías descansar.
Asintió y apagó las luces de la cocina y de la sala.
- Subiré en un rato.

Sabía que no sería así. Subí a mi pieza y me acosté sobre las sábanas de la cama que hace dos semanas no me molestaba en hacer. Con suerte me bañaba cuando ni siquiera yo podía soportar mi olor a cerveza y cigarrillos; no me molestaba ver mi ropa tirada por todos lados y la cama desordenada. A nadie le importaba. 

Jugué un rato con el gato de mi hermana y después bajé a la sala, para encontrarme con mi mamá, y  la caja de fotos de papá en su regazo; dormida sobre el sillón con el televisor encendido. 

La tomé con cuidado por los brazos y la obligué a despertarse.
- ¿Qué…?- dijo media dormida.
- Shh… te quedaste dormida, pero deberías estar en tu pieza.- musité despacio, ayudándola a ponerse de pié
- No me di cuenta…
- Obvio que no.- reí.- Te dije que descansaras
- Eso haré.

La ayudé a subir a su habitación y luego me fui a acostar.
Esa escena se repetía varias veces en la semana. Extrañamente, se estaba acordando demasiado de papá; y se ponía a ver sus fotografías para aferrarse a su memoria.
En ese momento pensé en lo mucho que me hubiese gustado conservar una foto de Sussan.
Otra vez volvía a mi mente. ¿No iba a poder descansar nunca sin que me atormentara su recuerdo?

En la noche no pude dormir. Esperé que fueran las doce de la noche y me canté a mí mismo el “cumpleaños feliz”.
Dieciséis años, gran cosa.

Amaneció y yo no había dormido más de dos horas en toda la noche. Era inútil seguir acostado, así que me lavé la cara, hice mis necesidades y me afeité. Me corté en el mentón pero eso daba lo mismo. 

Después bajé al patio a limpiar el desorden que siempre dejaba el perro con el maldito gato en la noche, y traté de demorarme lo más que pude.
Así hacía todas las cosas en el último tiempo, no porque no quisiera hacerlas o porque estuviera desganado; sólo me demoraba lo más que podía para mantener mi mente ocupada en cualquier estupidez.

Cuando entré, mi mamá ya se había despertado. Me vio atravesar la puerta de la cocina (que era la que daba al patio de atrás) y se lanzó sobre mí.
- ¡Feliz cumpleaños!-me gritó en el oído, dejándome casi sordo.
- Gracias mamá- le dije a penas, pero no me soltó. Estuvo como cinco minutos apretándome.
- Cada día creces más, mi bebé… ¡Cómo pasa el tiempo!- empezó a decir hasta que las lágrimas brotaron de sus ojos. Hace días que andaba extremadamente  sensible.
- No llores, no harás que el tiempo se devuelva con amargarte.- le dije y sonreí.
- Tienes razón- se secó las lágrimas.- Pero… ¡dieciséis años!
- Espero que me queden muchos más.- mentí.-
- Obviamente, tienes toda la vida por delante.- asentí.- Y bien… ¿Qué quieres que cocine para hoy?
- Da lo mismo, me gusta todo lo que haces.. o casi todo.- respondí
- ¿Lasaña?- levanté la vista. Era mi plato preferido
- No podría pedir nada mejor.- la abracé, pero sin signos de estrangulamiento de mi parte.-¿Dónde están los demás?
- Llegarán más tarde a saludarte, no te preocupes. 

Asentí. No estaba preguntando por eso en realidad. Pero no importaba.
Subí a mi habitación, y encontré una correa nueva para Blue, obviamente de parte de mi mamá.
Después de un rato (o bastante rato, pero da lo mismo); llegó Mike a saludarme.
Como era mi cumpleaños podía quedarme en mi casa, y como la mamá de Mike no se preocupaba mayormente de él o dónde andaba,  se quedó conmigo.
Hablamos de idioteces (como imaginarnos a nosotros mismos en 16 años más) y luego fuimos a comer.

Estaba delicioso; y por fin le tomé el sabor a la comida luego de semanas de comer por inercia. La lasaña era mi comida preferida del mundo, aunque hubiese sonreído plenamente si en vez de agua hubiese cerveza en el vaso que estaba bebiendo; pero lo consideré un simple detalle.
En la tarde llegaron mis hermanos, me saludaron ellos, mis sobrinos y los demás de la familia. Me regalaron uñetas, discos y cosas que agradecí de verdad.

Mike se fue en la noche, los que vivían en la casa conmigo se fueron a acostar porque tenían que ir a trabajar y yo obligué a mi mamá para que hiciera lo mismo.
Ahí había terminado mi día especial.
Sin cambios en mis emociones…

-I’ve become… comfortably numb…- canté cuando me fui a acostar.
Cuando me tendí en la cama lo hice por costumbre, pero a penas puse la cabeza en la almohada me bajó un sueño increíble.
Todas las horas sin dormir se notaron inmediatamente y me quedé dormido profundamente.

Creo que estuve un tiempo con la mente en stand-by (la mejor parte del sueño en sí) y luego empecé a hacerme conciente.

Estaba soñando con que estaba en mi cama, pero era un sueño diferente a los que tenía normalmente, me pude dar cuenta enseguida.
 Era como si me hubiese despertado y estuviera en mi pieza, aunque sabía que seguía durmiendo.
Las cosas tenían las proporciones adecuadas y podía distinguirlas bien.
Me quedé sentado, esperando alguna señal supongo cuando vi aparecer a Sussan a un lado de la cama. ¿Desde cuándo volvía a soñar con ella?

-No te asustes, y por favor no trates de despertar.- me dijo susurrando, adivinando mis pensamientos incluso antes de que se formaran en mi mente
-¿Tú….? ¿Qué haces aquí?- inquirí.- ¿Eres mi subconsciente o de verdad estamos hablando?
-Interprétalo como tú quieras.
-Quiero creer que es de verdad.- respondí.
-Bien. Vine a saludarte por tu cumpleaños. No creas que lo olvidé.
-Eso es lo menos importante.- le dije algo enojado.-¿Cómo estás? ¿Qué es esto? ¿Un adiós o algo que me haga pensar que volverás?
-Es un saludo… no es un adiós. Pero tampoco es sinónimo de que volveré.- suspiré.- Se supone que no debería estar aquí.

Se acercó a mi lado de la cama. Pensé que no podría moverme, pero pude sentarme normalmente y traté de acortar la distancia entre nosotros que parecía mínima, pero mientras más trataba de acercarme, ella parecía alejarse más.
Comprendí que no sería capaz de estar más cerca de ella de lo que ya estaba, así que dejé de insistir.

Se veía hermosa. Ella era hermosa.
Me quedé mirándola por unos minutos, sólo concentrado en sus ojos, en ningún otro detalle más que el reflejo de sus pupilas. Hasta que algo adicional llamó mi atención: un par de alas blancas que salían de su espalda, enormes en comparación a su cuerpo delgado y frágil.
                                                                                       
-Tengo muchas preguntas que hacerte.- solté luego de un rato.
-No tengo mucho tiempo.- me entristecí.- Una pregunta
-No, no puedo hacerte sólo una pregunta.- musité, muy despacio.- Te extraño, y todo ha sido extremadamente aburrido sin ti
-No puedes dejar que eso pase.- la miré extrañado.-No puedo explicarlo bien, pero aunque te cueste tienes que estar bien
-¿Por qué?
-Sólo hazme caso, necesito que seas fuerte. Por ti y por mí. Haz tu vida normal, exactamente como lo hacías antes de conocerme
-Pero...
-Si no lo haces, los de aquí se darán cuenta que sufres por mi culpa y me borrarán de tu mente.- me explicó.
-Está bien; pero…¿cuándo vas a volver?
-No lo sé.- la miré fijamente, luego admiré el resto de su cuerpo por primera vez.

Me sentí feliz sólo al observar gesticular una sonrisa, torcer levemente los labios al hablar, cómo inclinaba su cabeza y el cabello le caía sobre los hombros. Cabello que ya no era negro, sino que un castaño claro, que brillaba inusualmente.

- Mi color natural.- me explicó
-Me gusta
-Gracias.- se acercó a mí, como yo no había sido capaz de hacer anteriormente.- Ahora debo irme, sólo vine a saludarte, y para que sepas que estoy bien.
-No te vayas, por favor.- le rogué. Pero no me hizo caso. Se acercó a mí y me besó. O eso pareció, porque se acercó y pude ver su cara junto a la mía, pero no sentí su tacto en ningún momento.-
-Adiós Billie, y recuerda lo que te dije.
-Sussan…- musité, pero ya se había ido.

Desperté súbitamente, con un sudor frío recorriendo mi rostro. Eran como las tres de la mañana, o eso creí haber visto en el reloj que estaba sobre el velador.
El sueño había sido real, estaba seguro. Había hablado con Sussan, pero no sabía si sentirme feliz o triste por eso; había sido muy poco tiempo…
Hubiese dado lo que fuera porque hubiese estado a mi lado al despertar, por haber sentido sus labios sobre los míos, o simplemente una caricia o su respirarción chocar contra mi rostro una última vez. 

domingo, mayo 01, 2011

Rest: Capítulo 26





Las piernas me temblaban, y si hubiese tenido corazón estoy segura que habría latido con furia durante esos interminables segundos en los que avancé hasta llegar al frente de esa figura impotente, de ropas blancas y mirada penetrante.

- Sussan… ¿Cómo has estado?- dijo con voz de ultratumba, tan fuerte que produjo  eco en toda la habitación.
- Ha podido ser mejor.- dije, tratando de no demostrar lo nerviosa que estaba
- Uriel comentó que querías que yo presidiera tu audiencia por algo en especial ¿cierto?
- Sí.- respondí y noté que quería entrar en mi mente.

Con todo el esfuerzo que pude bloqueé todos mis recuerdos con Billie Joe. Cuando el Guardián desistió, abrí los ojos y noté cierta frustración en su mirada. Luego desvié la vista hacia Uriel, quien me miraba con sorpresa.

- Nunca me había pasado esto.- dijo el Guardián.- ¿Qué le has enseñado?- lo último fue dirigido a Uriel
- Nada, un simple bloqueo de recuerdos… No pensé que fuera efectivo contigo.- dijo sin dejar de sonar asombrado.
- Como no puedo saber qué pasa por tu mente necesito que me digas qué sucede.-Miré a Uriel asustada. No sabía qué decir exactamente.
- Yo… creo que…
- ¿Qué?
- Billie, mi misión; y yo somos almas gemelas.- dije de una, sin dilatar más la situación.
- Imposible. Tú moriste, y él era tu misión. Tu salvación dependía de su felicidad. Lo sabías.
- Sí, pero resulta que… su felicidad es conmigo.- solté sin pensarlo
- Ese es un pensamiento bastante … ególatra ¿No crees?- me preguntó con ironía.
- Sí, puede ser. Pero… el asunto es que; siempre hubo una conexión especial entre nosotros.- le expliqué-
- ¿Por cuánto tiempo mantuviste una relación con él a pesar de que eso estaba completamente prohibido?- me quedé sin palabras.- No es necesario ser adivino para suponer que tuvieron algo.
- Un mes.- respondí
- ¿Y crees que en un mes puedes saber si hay amor?- rió.- Eres bastante ingenua.
- Yo creo que se puede saber al primer segundo de conocer a alguien.

Se quedó en silencio. Nuevamente quiso entrar en mi mente, y esta vez no me resistí. Creo que quedó impactado al darse cuenta de que la conexión de la que le hablaba estaba ahí.

- ¿Qué pretendes que yo haga si estás enamorada de él?- me preguntó luego de un rato.- ¿Quieres que te asigne a otra persona para salvarte?
- No
- ¿Entonces?
- Quiero volver a ser humana
- Imposible
- Mentira. Yo sé que mi destino era morir para conocer a Billie Joe, y sé que cuando dos personas nacen para estar juntas ni aquí en el cielo pueden detenerlos.
- Créeme que sí. Sino todas las personas que se aman volverían de la muerte para seguir amándose ¿no crees?
- No es lo mismo, yo quiero una oportunidad para ser feliz
- Ya tuviste tu oportunidad.- me dijo sin perder la calma, mientras yo me alteraba más y más
- Pero… yo sé que somos almas gemelas, y la única forma que tenía para conocerlo era al morir.
- Pero las cosas son por algo, lástima que lo conociste al morir… pero no puedes volver a la Tierra por un capricho así.
- ¡No es un capricho! Además, acabas de decir que las cosas pasan por algo. Yo creo que era mi destino que todo esto pasara
- ¿Qué te hace pensar que eres especial?
Me quedé en silencio, no tenía nada que responder a eso.

- Nunca había visto una conexión tan fuerte en todos estos años- dijo Uriel desde atrás- Es incluso visible cuando están juntos. Además, se comunican por sueños
- Ya me di cuenta de eso- respondió el Guardián.
- ¿Entonces? ¿Qué más pruebas necesitas? Lo que ellos tienen los hace especial, y cualquiera te diría que merecen una oportunidad de estar juntos.
- Puede ser, pero aún así… no depende de mí que vuelvas o no, y las condiciones que se te impondrán.
- ¿Condiciones?- inquirí
- Obviamente, no querrás ser humana nuevamente, desafiarnos y decirnos que tal vez cometimos un error…
-Nunca dije eso.- le interrumpí, pero siguió hablando como si mi intervención nunca hubiese existido.
-… y no tengas que renunciar a algo o tener condiciones. Nada aquí es incondicional, recuérdalo.- asentí.- Uriel… ¿tú abogarás esto?
-Sí.- respondió con firmeza
-Muy bien… yo no declararé ni a favor ni en contra. Los hechos deberían hablar por sí mismos.
-¿Dónde iremos?. Pregunté-
-¿Tú? A ningún lado. Esta conversación, y todo lo que vi en tu mente será enviado al último… ‘piso’ por llamarle de alguna manera, junto con Uriel… y ahí él te dará detalles.
Asentí, aunque no comprendía mucho.
Uriel se acercó a mí y me abrazó; una muestra de apoyo que jamás había recibido de parte de él.

-Ahora es cuando tienes que ser fuerte, porque tú fuerza será mi fuerza.- me dijo.
-¿Qué tengo que hacer?
-Esperar hasta que sepas de mí.
-¿Puedo bajar?
-Absolutamente no.- me dijo.- Nada de aparecerse en sueños tampoco, es en serio.
-Está bien- le dije y me sentí agotada, como si cada centímetro de mi cuerpo pesara toneladas y estuviera a punto de derrumbarse.
-Esto sólo ha sido el comienzo, una de muchas puertas que tendrás que ir abriendo. Las próximas serán mucho más agotadoras. Aún puedes arrepentirte… me dijo, esperando algún tipo de respuesta pero no podía concentrarme bien.- Cuando yo me vaya de aquí no habrá vuelta atrás. ¿Estás segura que quieres seguir?
-Sí.- dije juntando algo de fuerza para materializar la palabra en mi mente
El arcángel no dijo nada. Estiró sus alas y fue avanzando lentamente.

-Espera hasta que yo aparezca de nuevo, y ten fuerza. Si te sientes agotada, ya sabes qué sucede.
-¿Dónde me quedo por mientras?
-Con los demás ángeles en el purgatorio- me dijo y lo vi desaparecer mientras aún me llegaba en la cara la brisa que dejaba el movimiento de sus alas. 

domingo, abril 03, 2011

Rest: Capítulo 25


- Ustedes dos son demasiado tercos, ya entiendo porqué están destinados a estar juntos.- me dijo Uriel cuando ya estaba de vuelta en la casa.
- Traté de convencerlo, de verdad… pero si no quiere; no puedo obligarlo. Al menos no le estoy mintiendo
- Lo sé, aunque… estoy seguro que cuando esto termine y los demás se enteren de lo que he hecho me van a castigar; y feo.- hizo una mueca
- Lo siento, pero piensa que le haces un bien a la humanidad.- negó.- Ok, a dos personas que serían completamente infelices si no fuera por tu ayuda
- Eso suena algo mejor…
- En todo caso, no pasa nada aún.
- Tres semanas se pasan más que rápido.

Suspiré; tenía toda la razón.
Tres semanas pasaron volando, consumiendo cada minuto, cada segundo de tranquilidad que nos quedaba a Uriel, Billie y a mí.

En el colegio las cosas eran normales, tareas, trabajos grupales, pruebas; Billie y Mike se escapaban al menos dos veces por semana (en las clases que por más esfuerzos que hicieran iban a reprobar de todas formas) y nadie sospechaba nada extraño en nosotros.
Éramos una pareja contenta que recién empezaba con su romance, incluso para Mike nuestros problemas pasaban desapercibidos, pero no la última semana de enero.

El bloqueo se deshizo y con Billie decidimos terminar. Sin rodeos, sin despedidas dramáticas y sin llantos. No era que dejaríamos de vernos, sólo evitaríamos cualquier tipo de contacto físico.
El primero en notar el cambio que habíamos experimentado fue Mike.

- ¿Qué les pasó?- nos preguntó cuando salimos de clases.-
- ¿De qué hablas?- pregunté, haciéndome la que no sabía de qué hablaba
- No han estado pegados en todo el día, con suerte se hablan y ni siquiera se miran a los ojos.- argumentó
- Terminamos - fue el turno de Billie, sonando bastante enojado
- ¿Qué? ¿Por qué?
- Me tengo que ir a NY la próxima semana, y es mejor así…- le expliqué
- No me habías contado
- No quería hacer un drama de eso.
- ¿Te vas… para siempre?
- No, no lo sé… planeo volver pero no estoy segura de cuando.- silencio.
- ¿No pensabas contarme?- Mike sonó más que dolido
- Sí, obvio que sí. Pero… no todavía; no sé ¿Para qué hacer show antes de tiempo?
- Nos darías tiempo para organizarte una despedida.- me respondió
- Bueno… pero ya sabes ahora.
- ¿Cuándo te vas?
- El seis.- dijo Billie en un susurro, interrumpiéndome.
- O sea, en una semana-
- Brillante conclusión Mike.- dije riéndome.
- Tenemos tiempo para organizar algo
- No es necesario, en serio.- le dije, porque realmente no lo era.
- ¿Podrían dejar de hablar como si fuera algo bueno? Porque no lo es. Y sabes…
- Lo sé, lo siento.- interrumpí a Billie antes que dijera algo más de lo que debía.

Mike se quedó en silencio, notando lo mucho que le afectaba a Billie la situación.
Lo que quedaba del trayecto lo hicimos en silencio, hasta que me despedí de ellos y entré.

Aunque no hubiese querido, los pensamientos de Billie se colaron inmediatamente en los míos, y me enteré de que Mike le preguntaba por qué le afectaba tanto, si llevábamos tan poco saliendo.
Pensé que iba a decirle algo, pero un simple “no lo sé” de su parte bastó para que Mike dejara de hacer preguntas, al menos por ahora.

Cuando ya se hizo de noche, y no supe qué hacer me fui a acostar y decidí conectarme con los sueños de Billie.
Hablamos un poco (nada importante) y le conté que no iría a la escuela en lo que quedaba de la semana. No me reprochó nada, sólo asintió y me dijo que me echaría de menos.
No quise responderle que yo también, más de lo que imaginaba pero no lo hice porque pensé que era lo mejor. Separarnos gradualmente hasta que se hiciera definitivo.

Como le había dicho a Billie, no me aparecí por la escuela en la semana y hablé con el director explicándole que debía volver a NY. Me cargaba dar explicaciones, pero era necesario… además así le ahorraba a Billie y Mike que los llamaran para preguntarles por mí.
En las tardes Mike iba a visitarme, pero Billie no se apareció ningún día, y yo dejé de aparecer en sus sueños, respetando su decisión de no verme más.

- Realmente no entiendo porqué le afecta tanto.- me dijo Mike el jueves.- O sea, no te vas al fin del mundo…
- Lo sé; pero… el asunto es que no sé si alguna vez podré volver, o si podremos mantenernos en contacto
Mike torció una mueca, y esperó algunos segundos para seguir hablando.

- Yo sé que me dijiste que no querías despedidas, pero creo que… podríamos hacer algo mañana de todas formas
-¿Algo como qué?- inquirí levantando una ceja.
-Cerveza, música; tú, yo y Billie si es que quiere…-
-Me parece bien
-¡Genial! ahora me voy a casa antes de que mi mamá me extrañe demasiado.
-Mañana entonces… ¿en casa de Billie?- él asintió- Nos vemos.

Nos despedimos de un beso en la mejilla y luego se fue.
Esa noche decidí aparecer en el sueño de Billie por última vez.

-Pensé que te habías olvidado de mi existencia.- me dijo Billie cuando se percató de que estaba junto a él.
-Tú no me has ido a ver, podría decir lo mismo.- agachó la cabeza
-No quiero que vayas a hacer… esa audiencia- no me quería mirar a los ojos.- Podría salir todo mal…
-Las cosas van a salir bien, en serio.- me acerqué a él y le acaricié la mejilla.
-¿Cómo puedes estar tan segura?
-No puedo estarlo, sólo espero que sea así… tengo fe en que las cosas resultarán.-
-¿Qué es lo peor que te podría pasar?
-Me condenarían a ir al infierno… supongo.- lo dije tan tranquilamente que hasta yo me sorprendí.- Pero si mi destino es estar ahí, estaré de todas formas; sea por esto, o por cualquier otra cosa. No te sientas culpable.
-No me puedes pedir eso
-No sabrías que me pasó en todo caso. No sabrás nada de mí hasta que todo termine.
-¿Cuánto se pueden demorar?
-Días, semanas… meses; años. No tengo idea.- noté que Billie se entristecía.- Pero eso no importa, no vine a eso.
-Lo supuse
-Mañana Mike me hará algo así como una despedida… ¿estarás?
- ¿Quieres que esté ahí?
- Por supuesto que sí.
- Entonces sí estaré.- trató de sonreírme, sin tener mucho éxito.  
-Entonces nos vemos ahí.- le dije y empecé a desvanecerme.
-¡Sue! ¡Espera…!- oí que Billie me llamaba pero no iba a devolverme. No estaba bien que usáramos los sueños para comunicarnos y dejarnos dominar por nuestras emociones.

Cuando desperté en la mañana, Uriel ya se había ido. Me había comentado que hablaría con los de la junta para explicarles que yo iba a presentar hechos importantes, y que era necesario hacerlo arriba.
Ordené un poco las cosas, me vestí y esperé que la hora avanzara.
Me sentía ansiosa, y no sabía qué hacer para controlarme. El tiempo se me iba demasiado rápido. No me di cuenta cuando ya eran las seis de la tarde, y Mike estaba tocando la puerta junto a Billie para irnos a su casa.
Los saludé, y sin mencionar la palabra “despedida” en todo el trayecto llegamos a su casa.
Ollie me recibió con un fuerte abrazo.
-Te extrañaremos, de verdad.- me dijo conteniendo las lágrimas.

No supe qué decirle, por lo que no dije nada y luego de ser abrazada por ella algunos minutos miré a Mike con enojo.
-¿Le contaste a todo el mundo?- inquirí cuando había logrado zafarme de la madre de Billie
-Ella merecía saberlo.-

Era verdad. Me había encariñado algo con ella, era imposible no hacerlo de todas formas.
Cuando llegamos al garaje, vi que tenían todo el alcohol listo para beber, las guitarras conectadas y varios discos para escuchar.
La primera cerveza fue en mi nombre, y no paramos de beber en todo el rato desde ese momento.
Mike fue el primero en embriagarse hasta empezar a decir idioteces y ponerse sentimental. Creo que terminó llorando cuando me entregó una carta de despedida. Luego de eso quiso beber más, pero se quedó dormido en el sofá.
Billie y yo en cambio estábamos bastante sobrios (yo más que él, claro) Y nos quedamos conversando un rato más.

-Yo también te tengo algo- me dijo, y luego de desaparecer por algunos minutos volvió con un trozo de papel doblado en su mano.- Léelo cuando llegues a tu casa, o lo que sea.
-Está bien.- le dije y llevé mis manos hasta mi nuca. Desabroché el collar que tenía en el cuello y se lo pasé.- Soy pésima escribiendo, así que… esto es para que te acuerdes de mí cuando no esté
No me dijo nada, sólo asintió y lo recibió.
-Creo que me voy ahora.- le dije. No quedaba nada más que hablar, nada que discutir, nada que hacer- Te extrañaré, más de lo que imaginas
-Yo más…- se acercó lentamente, temiendo que lo rechazara hasta que estuvimos cerca y me besó.

Fue el beso más doloroso que habíamos compartido. Pero no por ese ardor al tocar su piel, sino porque sabía que sería el último que le daría en mucho tiempo.

 Quise guardar en mi memoria lo que sentía, y sin querer dejé que unas lágrimas resbalaran por mi mejilla.
-No me olvides para cuando vuelva.- le pedí sin separarnos por completo.
-Te voy a estar esperando…

Asentí y me fui antes de que fuera demasiado tarde.
Esa era nuestra despedida, en ese beso quise demostrarle todo lo que me pasaba, pero no fue suficiente. Nunca sería suficiente.

Volví a la casa llorando desconsoladamente, pero el llanto cesó de inmediato cuando noté que todo en la casa había cambiado. No había muebles y una niebla espesa recorría todo el lugar.
Divisé a Uriel y me sonrió, para darme fuerza.

-Te estábamos esperando- me dijo y me tendió su mano, la que volvía a tener el color y textura de cuando lo conocí.
-Espero que el asunto que tengamos que conversar no sea lo que espero.- Me dijo alguien que no reconocí.
-Esperemos llegar y hablamos- le dijo Uriel con tono solemne, y luego se dirigió a mí- Nunca practicamos esto, pero debes sostener mi mano y no soltarla porque vamos a ascender.
-¿Cómo?
-Levitando.- me asusté-Pero no es nada del otro mundo.- dijo irónico. Me enfadé ¿Cómo podía bromear en ese momento?- ¿Lista?
-No lo sé
Me tomó con fuerza y sentí que él se elevaba y me tiraba desde alto.
Me impulsé tratando de saltar, pero mis pies estaban como pegados al suelo.

-Cierra los ojos y déjate caer.- sentí que Uriel me susurraba.

Le hice caso y de inmediato sentí que mis pies dejaban de tocar el suelo, y todo mi cuerpo emprendía el viaje hacia arriba.
Pasaron pocos segundos cuando sentí que algo me atravesaba todo el cuerpo, desde la cintura hacia arriba y ahí supe que el cuerpo humano que tenía había quedado atrás.
Ahora mi piel era grisácea (igual que la de Uriel); mi cabello brillaba como si tuviera diamantes y las alas que habían sido tatuadas ahora eran reales en mi espalda.
Había dejado el mundo de los humanos, había llegado mi hora. Suspiré y traté de calmarme. Todo había sido tan rápido que no había tenido tiempo para asimilar nada.

- Aquí estamos… suerte.- me dijo Uriel, y juntos entramos donde El Guardián nos esperaba, listo para empezar su interrogatorio; y yo tuve que estar lista para responder todas sus preguntas y presentarle mi caso. 

sábado, marzo 26, 2011

Rest: Capítulo 24



En circunstancias normales habría faltado a clases aquel día.
El día anterior me había quedado toda la noche en el patio de la casa, con la guitarra a un lado, un cuaderno; muchos porros y cerveza.
Hice hasta lo imposible para quedarme despierto y lo conseguí.
Hacía un frío de mierda que por poco no me congeló… pero quería pensar con tranquilidad.

Cuando amaneció decidí subir a mi cuarto (con cuidado de no despertar a nadie en la casa) y estando ahí revisé el cuaderno.
Era algo así como un resumen de todo lo que Sussan me había contado y algunas preguntas que si tenía oportunidad le haría en clases. 

Me bañé y luego de vestirme bajé a tomar café.
Estaba fuertísimo, y aún así sentía mis párpados más pesados que nunca.

-¿Qué mierda te pasó?- me preguntó Mike en la escuela
- Me quedé despierto toda la noche, y creo que aún sigo un poco drogado.- contesté sin abrir mucho los ojos; la luz del día me molestaba demasiado.
- ¿Por qué?
- Quería pensar un poco… nada malo.- mentí.
- ¿Y por qué faltaste ayer?
- Me quedé con Sussan en su casa…- no quise explicar más. Mike me miró con cara burlesca, pero la cambió de inmediato al ver que mi seriedad se mantenía.
- ¿Terminaron?
- No…
- ¿No quieres hablar?
- Mi cabeza está a punto de explotar, prefiero quedarme callado y observar cómo mis sesos adornan la pared.

Los dos reímos y avanzamos hasta la sala. Nadie se fijó en nosotros (obviamente) y fuimos a nuestros puestos.
Recordé que había examen de física al ver que todos estaban estudiando.

- Hola.- me saludó alguien desde atrás. No fue necesario voltearme para saber quien era.
- Hola.- musité y me corrí para que Sussan se sentara a mi lado.
- Te dije que no pensaras en… nada y que descansaras. ¡Mira tu cara! ¿Cuánto dormiste?
- Nada.- respondí sencillamente.- Pero no quiero hablar de eso. Tomé una decisión…
- ¿En serio?- asentí-. ¿Se puede saber qué decidiste?
- No me interesa lo que tengas que hacer, no me interesa nada de eso… haré como si lo de ayer jamás hubiese pasado.- me miró confundida.- Sería fácil que no me recordaras que sabes lo que pienso en todo caso…
- ¿Estás seguro?
- Sí.
- En ese caso… creo que podemos hablar con Uriel para poder bloquear todo…
- ¿Borrar mi memoria?- musité muy bajo. No quería que Mike escuchara lo que estábamos hablando
- No, no dije borrar, sino que bloquear- no comprendí.- Después te explico.

Asentí y dejamos de hablar. Sonó el timbre y quise hacer mi día normal; aunque no pude concentrarme en nada y me fue pésimo en el examen.
El día pasó rápido; y a pesar de que me había acordado durante el día de lo de Sussan, ella misma se encargaba de desviar mis pensamientos.
- ¿Sabes?- inquirí cuando íbamos camino a su casa
- ¿Uhm?
- Ahora entiendo porqué nos entendíamos tan bien desde un principio.- arqueó una ceja.- Obvio, me entendías siempre porque sabías en lo que estaba pensando. Tramposa.
- Supongo que… fue necesario.- rió.
- Puede ser, aunque completamente injusto. Yo no puedo saber en qué estás pensando ahora.
- Podrías saberlo.- me dijo despacio, en un susurro. Me estremeció sentir su aliento junto a mi cuello.
- ¿Cómo?
- Todos podríamos comunicarnos mentalmente, sólo nos falta entrenamiento.
- ¿Me entrenarías?
- Yo creo que sí, pero no ahora… Y no te emociones, mi mente no es tan complicada como la tuya
- ¿Complicada? Pero si mente en lo más cavernícola que existe
- ¿es broma? Me vuelves loca con todas las cosas que eres capaz de retener en un segundo. Es como si… muchas partes de tu cerebro se activaran individualmente, y cada una funciona como un cerebro aparte… Por eso me mareo, eres un caos.
-Lo siento, supongo… No puedo controlarlo. Pensé que todas las personas eran iguales… pero como no puedo estar en la mente de nadie no tengo cómo saber.

No me respondió. Sólo rió por la forma en que había hablado y entramos en su casa.
Uriel estaba esperándonos, y luego de que Sussan hablara con él me hizo sentar en el sillón y se quedó mirándome fijo por varios minutos.
No entendí lo que hacía hasta que intenté pensar en lo de Sussan y no pude.

- Esto es confuso… sé que sé lo de Sussan, pero no puedo pensar en eso…- dije luego de un rato
- Esa es la idea precisamente- respondió Uriel- No estaba de acuerdo, pero Sussan dijo que estarías bien… y cuando quede poco para la audiencia el bloqueo quedará nulo…
- Debes entender que… cuando me vaya no puedes decir ni pensar en nada de lo que te conté; si lo haces… sería perjudicial para mí.
- Lo sé.- le respondí a Sussan.- Pero prefiero que hagamos cualquier cosa en vez de hablar de eso
- Como quieras, vamos a dar una vuelta.

Asentí, y de la mano salimos de la casa hacia el parque donde solíamos ir. Llegamos a un banquito, y Sussan me soltó la mano rápidamente. 
-Lo siento.- se disculpó.- Pero no sabes cómo arde cuando nos tocamos…
-¿Qué?- no entendí a lo que se refería.
-Debido a nuestra extraña conexión, cada vez que nuestra piel se toca directamente siento un ardor…bastante fuerte a veces.- La miré asustado….- Pero es soportable, no te preocupes.
-¿Qué no me preocupe? ¡Pero si te duele! No te voy a tocar más…
-¿Estás seguro?- me preguntó, acercándose tanto que nuestros labios se rozaban. No pude evitarlo y me acerqué, para luego recordé que era como hacerle daño y separarme rápidamente.
-Esto es masoquismo, o sadomasoquismo… como sea.
-No me importa, el dolor ya no me molesta, me acostumbré.- respondió  como si fuera tan simple
-Aún así… - Agaché la mirada
-Prometo detenerte cuando me duela demasiado.- negué.- Eres demasiado terco.

Esa vez asentí. No me importaba lo que dijera, no iba a ceder en eso. No iba a besarla (aunque me costara) si le significaba dolor a ella. 

Pero Sussan era mil veces más terca que yo (si es que eso era posible) y no se dio por vencida.
Se acercó a mí, aunque me mantenía distante y me peñiscó la mano, no muy fuerte; pero aún así podía sentir sus uñas clavándome la piel. 

Estaba acercándose demasiado, se ubicó entre mis piernas y con la mano que tenía libre empezó a dibujar círculos sobre mi abdomen, demasiado cerca de mi cintura…
Eso, sumado a los pequeños besos que me estaba dedicando en el cuello me hicieron olvidar lo de su dolor y el mío que ella estaba provocando; y busqué sus labios con ansias.
Antes de alcanzarlos ella misma me detuvo, apartándose.
-¿Pudiste sentir mis uñas?- preguntó, mientras yo la cuestionaba con la mirada. No quería que se detuviera justo en ese momento.
-Sí
-¿Te dolió?
-Un poco al comienzo pero…
-Pero después te olvidaste.- sonrió, no necesité responderle.-Es lo mismo que me pasa a mí ¿ves?
-¿Estás segura?
-Por algo te lo estoy diciendo. Si alguna vez me duele demasiado, te detendré. 

Se acercó y me besó. Esa era mi parte favorita del día. Y no sé cuánto rato estuvimos así, y me olvidé del frío y de todo hasta que nos separamos y recordé que yo no era inmortal, y sí tenía sangre que mantener a una temperatura razonable.
-¿Sussan?- inquirí. Ella me miró, haciéndome entender que estaba prestando atención- Creo que si no nos vamos moriré de hipotermia
-Cierto, lo siento.- se disculpó y ambos nos incorporamos.- Por favor, esta noche duerme ¿Ok?
-Bueno
-Y no leas ese cuaderno que escribiste, sino el bloqueo será en vano
-Bueno ¿Algo más?- me sonrió, con la cabeza inclinada levemente hacia abajo.
-No, creo que eso es todo.- suspiré.- Nos vemos mañana, y trata de estudiar
-¿Cómo tienes mente para pensar en estudios?- dije alarmado
-Alguno de los dos debe hacerlo ¿o no?
-Cierto.- le dije y le di un beso corto y nos despedimos.
Menos mal que no había nadie en la casa. Nada de preguntas, nada de quedarse a cenar con la familia. Fui libre para hacer lo que quisiera, por lo que subí a mi habitación, y sin siquiera preocuparme por quitarme la ropa o algo me acosté y me dormí de inmediato, tratando de recuperar el sueño que había perdido del día anterior. 

viernes, marzo 25, 2011

Rest: Capítulo 23




Si todo lo que estaba escuchando era parte de un sueño quería despertar; y enseguida.
En mi mente no calzaba la idea de esos seres, niveles y cosas extrañas de las que Sussan hablaba, pero estaba convenciéndome (o tal vez estaba simplemente perdiendo la poca cordura que me quedaba) debido a las pruebas de Sussan; y de Uriel también, quiense había unido a nuestra conversación cuando estuve a punto de colapsar.

Él y Sussan me explicaron que era normal que reaccionara así, pero esa “normalidad” de la que me hablaban se había vuelto demasiado subjetiva.

De cualquier forma, luego de que me calmé, subí a la habitación de Sue y nos quedamos conversando hasta que el sueño me venció.
Le pregunté todo lo que se me ocurrió en ese momento, pero la mayor parte del tiempo sólo recibía respuestas como “no puedo responderte”, “eso lo sabrás más adelante” y otras parecidas e igualmente frustrantes.
Pero la que más me intrigaba saber ni siquiera ella sabía la respuesta, ni Uriel…
¿Por qué nosotros? ¿Por qué, de entre los millones y millones de personas que habitan el mundo nosotros teníamos esa extraña conexión y nos habíamos conocido tan tarde?
Al menos Uriel me tranquilizó asegurándome que no éramos los primeros, y que no seríamos los últimos que les pasara, y que siempre habían soluciones y que todo podría salir bien.

Me explicaron entre los dos esta especie de… sociedad o secta celestial que los controlaba; y las repercusiones que podían tener sus acciones; semejante trama de película, o incluso mejor.

Pero como dije, la conversación duró hasta que me quedé dormido.

Obviamente no me sorprendió soñar con seres extraños, imaginar a Uriel con uñas largas, piel grisácea y el cabello largo y negro. 
Desperté completamente agitado, y con el pelo pegado a la frente por un sudor frío. Algo desorientado me levanté de la cama de Sussan y fui hasta el baño.
Miré con algo de incredulidad mis manos, comprobando que no tenían un color grisáceo como Uriel en el sueño. Me lavé la cara rápidamente y bajé al primer piso en búsqueda de alguien.

Sussan y Uriel se encontraban en la cocina, esperándome con el desayuno servido.
No me extrañó que dejaran de hablar justo en el momento preciso en que entré a la habitación para que yo no los oyera.

- Buenos días.- me saludó Sussan con una sonrisa. Me acerqué y le di un beso en la mejilla (con algo de recelo).- ¿Cómo dormiste?
- Bien, gracias.
- Veo que conociste mi forma natural- ahora Uriel me hablaba, y no entendí nada de lo que decía.- Sé que soñaste conmigo.- Me sonrojé, no sé porqué- y también sé qué soñaste.
- Es normal que nos involucremos en los sueños si salimos nosotros.- me explicó Sussan al ver mi cara, y supongo que al saber en qué pensaba también.
- Exacto; y preferí mostrarte cómo éramos de verdad, ya que tu subconsciente crearía seres completamente desproporcionados y nada que ver con la realidad.- Asentí. Iba a tomarme el café que estaba en frente mío, pero lo miré con algo de desconfianza…
- No tiene nada más que azúcar, agua hervida y obviamente, café.- Era Sussan.- Aunque si quieres puedes prepararte otro.
- Está bien, lo siento…- me sentí idiota… había convivido con Sussan casi seis meses y nunca había tratado de hacerme algo malo; las cosas no iban a cambiar ahora
- Si mi intención fuese hacerte daño lo habría hecho en cuanto te conocí
- ¿Puedo pedirte un favor?- inquirí, poniendo mi cerebro a trabajar a mil para poder expulsar una oración coherente.
- Claro
- ¿Podrías no hacer eso?
- ¿Qué cosa?- me preguntó mi… amiga-novia-ángel-lo que fuese con algo de risa.
- Contestar mis pensamientos. No quiero recordar a cada instante que puedes saber exactamente lo que pasa por mi mente
- Claro, lo siento… de verdad.- se disculpó. No hice nada, ni respondí… me concentré únicamente en la taza que estaba en frente, y me puse a analizar los colores de la cerámica, a contar las burbujas que había en el café; a desviar mi mente de las cosas realmente importantes.

Noté que Sussan se reía constantemente, supongo que le daba gracia el gran esfuerzo que yo estaba haciendo para ahorrarnos problemas.
De cualquier forma, terminé el desayuno a pesar de no tener hambre en absoluto.

- Creo que debes volver a tu casa ahora, Ollie debe estar preocupada; se supone que no te quedarías aquí hoy
- Debe suponer que estoy aquí.- le dije con una mueca.- aunque es verdad, debería volver a casa
- Te acompaño; aún tenemos cosas que hablar.- Asentí.- Iré a buscar algo para abrigarme, aunque no sea necesario; sería raro ver a alguien por la calle sin ropa de invierno cuando está bastante helado.
- ¿No tienes frío? –negó-¿Nunca?-
- No, no tengo sangre, ni pulso, ni nada que mantener a temperatura constante… ya sabes… esto de estar muerta…
- No lo digas así, no es nada chistoso.- musité. Que hablara de esa forma hacía todo más perturbador.
- Lo siento…
- Como sea, anda a buscar algo rápido.

Subió las escaleras, y al rato regresó con un abrigo, un gorro y dos bufandas.
- No seas exagerada.- le dije por las bufandas
-Una es para ti- me pasó una de color negro; la que acepté con gusto y nos fuimos. 

Avanzamos un rato, sin mirarnos, tocarnos ni hablarnos hasta que ella decidió hablar primero.

-Entiendo que las cosas no sean como antes… y lamento haberte dicho todo tan rápido.
-¿Es cierto eso de la conexión?- asintió, y mi corazón latió tan rápido que temí que me diera un infarto o algo así.- ¿Qué es lo que significa eso realmente?
- Que nuestras vidas están destinadas a transformarse mutuamente- no, no me bastaba esa respuesta.- Estábamos destinados a conocernos, y a ser “especiales” para el otro.
- ¿Especiales como amigos o como algo más?
- No lo sé....- utilizó un tono de voz bajo, casi inaudible. Yo simplemente asentí, y le tomé la mano con cuidado.
-¿Cómo puedes sonrojarte si no tienes sangre?- inquirí, al notar cierto rubor en sus mejillas.
-Sólo tú puedes notar que estoy avergonzada y que me sonrojo.- Me quedé en silencio. Creo que si el frío no hubiese sido tan intenso también me habría sonrojado.

- ¿Cómo supiste que teníamos esto?- habíamos avanzado un poco, pero aún tenía demasiadas dudas qué resolver.- ¿Uriel?
-No… creo que lo supe de inmediato cuando te vi.- suspiró.- Creo que todos muy dentro sabemos cuando conocemos a alguien especial; en el momento justo en que las miradas chocan y el corazón te da un vuelco extraño que no sabes explicar….simplemente que algunos se tardan más en reconocerlo.

-¿Según tú nosotros estamos destinados a estar juntos…siempre.?
-No lo sé. No quiero responder eso, puedo estar equivocada y si te digo que sí, que estamos destinados a estar juntos lo creerás y tal vez no sea así; tal vez debas conocer a alguien más… ¿me entiendes?- asentí y la miré a los ojos por primera vez desde que sabía lo que era de verdad.- Tal vez todo lo que estoy dispuesta a renunciar sea en vano… pero eso depende de mí. Tú puedes tomar tus propias decisiones.

Me quedé en silencio. No necesitaba hablar para que ella supiera lo que me pasaba.
No, no estaba seguro de lo que sentía por Sussan, ni siquiera estaba seguro de creer completamente en todas las cosas de las que me estaba enterando o si la sentía tan especial para mí como ella creía que era yo por lo de la conexión. Pero, a pesar de todas las cosas que había oído, de las cosas que me había enterado ese día… en se momento, al mirar sus ojos sólo tenía en mente sus labios, tenerla cerca, abrazarla… sentir ese cosquilleo en mi estómago, el escalofrío que recorría todo mi cuerpo, esa felicidad que me embriagaba al rozar sus labios y acariciar su piel.
No importaba si era un ángel, un extraterrestre o un demonio; a la hora de estar con ella nada más importaba.
Con algo de desconfianza me acerqué y nos detuvimos (porque íbamos caminando mientras hablábamos en todo momento).

-No me importa no ir al cielo ¿sabes? Y no me importaría ir al infierno por quebrar esa estúpida regla de no estar juntos.
-No, no pienses eso… de verdad.- me dijo, pero no podía separarse de mí, ni yo de ella.

No fueron necesarias más palabras. Nuestros labios ya estaban hablando por nosotros. El movimiento perfecto; el momento exacto en que mi mente se detenía y sólo importaba ella; Sussan. La mujer, el ángel, el demonio… nada de eso importaba. Ella y sus labios con los míos eran mi única preocupación; y si tenía que sacrificar algo con tal de estar la mayor cantidad de tiempo posible así con ella valía la pena; aunque ella tratara de convencerme de lo contrario a como de lugar.
Nos besamos por algunos minutos hasta que ella decidió separarse.

-Ya te expliqué que no es tan simple como parece.- Me dijo con bastante pesar en su voz.
-Lo sé; pero… no es necesario que estemos separados todo este tiempo…
-Creo que sí lo es.
-¿Cuándo tienen esa reunión?- pregunté.
-El seis de febrero… creo que es día sábado….- saqué la cuenta.
-Podemos vernos hasta unos días antes… y luego, no lo sé… ahí vemos.
-Tengo que discutirlo con Uriel- me dijo.
-Está bien…-
-Creo que mejor te dejo hasta aquí, y hablaremos en clases… o trataré de visitarte en la noche.

No dije nada, sólo me acerqué y le di un corto beso en los labios.
Me pidió que no pensara tanto en lo que había sucedido y acepté, aunque ambos sabíamos que no era posible.
En cuanto ella se alejó lo suficiente la realidad cayó sobre mis hombros.
Había sido el día más anormal de mi vida, y realmente necesitaría muchos porros, horas en mi habitación y un cuaderno para anotar todo lo que pensaba y así tratar de  desatar los enredos que tenía en la cabeza. 

lunes, marzo 21, 2011

Rest: Capítulo 22


Sí, estoy usando las fotos antiguas, pero ssshhh! xD


Luego de año nuevo, mi relación con Billie se había vuelto oficial; y a nadie en su casa le extrañaba que desapareciera todo el día, o que se quedara a dormir en mi casa o de verme en la suya todo el tiempo.
Tratamos de aprovechar al máximo aquel fin de semana después de año nuevo, porque ya el lunes debíamos volver a clases.
Y yo seguía sin saber de Uriel, cosa que me preocupaba y me alegraba a la vez.

Luego de estar todo el domingo tirados en el garaje de Billie nos acordamos de las clases al día siguiente.
- ¿Vas a ir a clases mañana?- me preguntó Billie
- Sí ¿Por qué no?
- Porque el primer día después del receso de invierno no hacemos nada, es día perdido.- me explicó
- Extraño tener algo que hacer por las mañanas y levantarme temprano.- comenté, y él junto con Mike me miraron extrañados.
- Debe ser una broma- sentí la voz de Billie, pero en ningún momento pareció haber movido la boca.
- ¿Dijiste algo?- le pregunté un poco extrañada.
Billie negó sorprendido, y no quise insistir. Tal vez sólo había sido mi… imaginación o algo así.
- Dime que no estás pensando en faltar ya el primer día.- le pedí
- No estoy pensando en faltar el primer día- dijo obedeciéndome, como un niño pequeño
- Hablo en serio Billie.- sabía que estaba pensando en faltar para hacer cualquier estupidez.- Terminarás repitiendo el curso si faltas más, ya te lo advirtieron.
- Tiene razón- se metió Mike
- A ti también te lo dijeron- fue mi turno de mirar a Mike- No sé qué pretenden, de verdad…
- Pasarlo bien- respondió Mike con simpleza- No todos somos tan … perfectamente responsables como tú.
- Como sea, mañana tienen prohibido faltar, en serio.- le dije a ambos.- Tú en especial
- ¿Por qué yo?- inquirió Billie
- Porque tú eres el especialista en… llevar a la gente por mal camino.
- Y ahora suenas como mi mamá-

Me quedé paralizada y sin saber qué decir. Billie no había movido la boca en absoluto, pero aún así pude escuchar claramente lo que… ¿pensaba?

- ¿Qué te pasó? ¿Dónde está el fantasma?- preguntó Billie, riéndose.
- Me acordé de algo…- alzó una ceja.- Creo que hoy llega U…. perdón, mi papá.
- ¿Hoy?
- Parece, no me acuerdo bien si llegaba esta semana o la próxima.

Mike y Billie asintieron. Para ellos no significaba nada que Uriel llegara; incluso se extrañaron de que no estuviera alegre. Había pasado casi un mes desde que no estaba en la casa (sin contar la visita Express en navidad),  pero aún así no era suficiente como para extrañarlo o algo así.

No volvimos a hablar más de ese tema, o de la escuela ni nada. Nos quedamos en completo silencio hasta que ya se hizo lo suficientemente tarde como para volver a mi casa.
No dejé que Billie me fuera a dejar, no quería sentir sus pensamientos… No quería intrometerme en su mundo y no quería confusiones.
Nos despedimos ahí mismo y le hice jurar que iría a clases.

En cuando llegué esperé ver a Uriel en la casa pero no estaba, y tampoco llegó a la mañana siguiente.
Pensé que era extraño pero no le di la importancia que tal vez requería y me fui al colegio.

En el camino me encontré con Billie y nos fuimos de la mano hasta que entramos. Me sentía un poco nerviosa cuando llegamos y todos nos miraban, sonriendo o susurrando cosas al de al lado.
El camino desde el portón de entrada hasta la sala nunca se me había hecho tan largo; y me sentí completamente sofocada por la vergüenza cuando Billie me besó en frente de todos nuestros compañeros cuando entramos en la sala.
Mi cara estaba completamente sonrojada, y a Billie no parecía importarle.
Al contrario de los demás en el patio, nadie parecía sorprendido de vernos juntos.
Incluso me llegaron varias notitas de las personas con las que hablaba que decían “ya era hora”, “sabía que se verían lindos juntos”; o cosas así.
Pero aparte de eso, el día transcurrió normalmente.

Nos dieron un montón de tarea en casi todas las asignaturas y nos fijaron pruebas para la semana siguiente en Matemáticas e Historia.
A Billie casi le da un colapso nervioso al tener que hacer tantas cosas (porque sabía que lo iba a obligar a hacer al menos una tarea por día).

-No pienso hacer nada de Física, lo siento pero me rehúso.- me dijo cuando estábamos entrando a mi casa.
-Entonces te aplicas en matemáticas, química y biología.- me miró con sumo odio. Le di un beso y pareció no odiarme tanto- Es por tu bien, en serio.
-Como sea… creo que…te están esperando.- comentó cuando entramos a la sala.
Me di vuelta y me encontré con Uriel, mirándome con atención. Billie se separó un poco de mí y me dejó avanzar sola.
-Hola.- me dijo bastante alegre.
-¿Qué… qué haces aquí?-
-Te dije que volvía hoy- me respondió con una sonrisa demasiado exagerada.
-Cierto….
-Simula algo de alegría- sentí ese susurro nuevamente.

Me acerqué y lo abracé fuerte, en ese momento sentí un frío recorrer toda mi espalda, y me sentí mareada porque los pensamientos de Billie se agolparon con fuerza en mi mente. Tuve que hacer un esfuerzo para no caer cuando me separé.

-Hola Billie.- le dijo Uriel, extendiéndole la mano.- ¿Cómo estás?
-Bien, gracias. ¿Y usted?- se veía nervioso, lo que me causó gracia, igual que a Uriel
-Bien, aunque algo cansado- se quedó pensando un momento- ¿Te molestaría si me la robo por un segundo?- me señaló- No tardaré mucho, si quieres la esperas aquí.
-Claro.

Uriel asintió y caminamos juntos hasta la cocina.
-Veo que decidiste estar con él.- Ni siquiera me esforcé en preguntarle cómo sabía. Mi mente era un libro abierto para él.
-¿Te molesta?
-En absoluto, te he notado más alegre
-¿Me has notado? ¿Cómo?
-He venido un par de veces, sin que te des cuenta.- alcé una ceja.- No te iba a dejar completamente sola, no podría…- Asentí.
-Sé que tienes que decirme algo desagradable.- le advertí.
-No es tan desagradable la verdad, pero implica tomar decisiones.
-Espera… ¿Dónde estuviste todo este tiempo?- necesitaba saber eso por lo menos. 
- Abajo- Comprendí de inmediato, mi rostro se tensó rápidamente.
- ¿En serio?
- Sí, y no fue algo tan desagradable…- me sonrió, y yo aflojé la expresión de mi rostro- Fui a buscar respuestas por lo de la conexión…
-¿Y?
-Quedé un poco confundido al principio, pero resulta que… tu destino era estar con Billie; eso lo sabes. El asunto es que… no sé si por error o no sé las cosas no se dieron cómo debían. O al menos eso es lo que nos dicen, pero ellos, los de abajo me explicaron que… tal vez de esta manera es como debían pasar las cosas.
-No entiendo.
-De vez en cuando, y no sé porqué; hay casos que escapan de… las manos de quien se supone coordina todo. Casos en que el destino le dobla la mano incluso a ese Dios omnipotente. ¿Comprendes?
-Creo.
-El asunto es que…Esto ya pasó una vez, pero la solución no fue fácil.
-Explícate.
-En resumen, los de arriba deben admitir que no son tan perfectos, y tienen que ceder un permiso especial para volver.
-¿Volver?
-Sí, para volver a ser humano- mis ojos se iluminaron- o casi humano al menos, algo parecido.
-Pero…- siempre tiene que haber un pero.
-Puede demorarse mucho tiempo, y puede que no te lo den, y que te castiguen (y a mí también ya que estamos) y no puedas volver aquí nunca más, y Billie quede completamente destrozado.
Asentí. 

-¿Qué decisión debo hacer exactamente?- inquirí confundida, si me lo había dicho no había entendido nada.
- Si deseas arriesgar todo por esa audiencia especial para darte el persimo, o seguir como si nunca hubiese pasado nada, con el plan original y cumplir tu “misión” y ascender.
Procesé la información.
Respiré profundamente, y luego inquirí:
- ¿Cuándo debo decidirme?- tragué saliva con algo de esfuerzo- ¿Ahora?
-  No, tu primera evaluación será en Febrero, supongo que podría ser un buen momento para comunicarlo si decides enfrentarlos.
-O sea, tengo un mes…-
-Para decidirte, y para terminar lo que sea que tienes con Billie Joe--eso me cayó como un balde de agua fría
-¿Por qué?
-No puedes estar con él; y si saben que rompiste una regla será todo más difícil. 
- Pero puedo decirle cuando se cumpla el plazo… o en un par de días…

Iba a seguir hablando, pero me vino un mareo insoportable, muy intenso y los pensamientos de Billie se hacían insoportables

-Espera… Billie tiene que irse y…
-Mejor, deberías explicarle que ya no puedes seguir con él.- Mierda.

Billie entró en la cocina, para avisarme que mejor se iba (o al menos eso alcancé a entender de sus pensamientos) pero justo cuando estaba entrando, Uriel pronunció esa  última frase.
Lo odié con todas mis fuerzas. 

-Era necesario- me decía mi… “guardián” mentalmente repetidas veces.
Me di vuelta despacio y la cara de desconcierto y decepción de Billie era evidente. No quería encontrarme con sus ojos, y tener que darle respuestas. Pero… era necesario.
Respiré hondo y estuve dispuesta a enfrentar lo que fuese con al de poder estar con él como era debido. 

Tardé unos segundos en darme vuelta; y Billie no tenía intenciones de decirme algo…lo que realmente me ponía nerviosa.

- Creo que mejoraos dejo solos para que puedan conversar.- dijo Uriel, pero lo tomé del brazo antes de que avanzara
- Te guste o no le contaré todo- le advertí con la mirada fija.
- Sólo si confías en que no dirá nada- asentí y dejé que se fuera.

Billie me miraba inquisitivo. Mi nerviosismo estaba al máximo y más encima tenía que soportar sus pensamientos, me estaban volviendo loca. 

- ¿Podrías dejar tu mente en blanco aunque sea por un segundo? Me estás mareando.
- ¿De qué estás hablando?
- Olvídalo.- hice una mueca-
- ¿De qué estabas hablando con tu papá? ¿Escuché mal?
- No, escuchaste bien… perfecto.- Mi voz sonaba quebradiza.- Según él debemos terminar.
Silencio. Ese maldito silencio que se adueña de las situaciones incómodas.

- ¿Por qué?
- Tenemos que volver de donde vinimos, al menos por un tiempo pero no sé cuánto será
- ¿A New York?-
- No… a otro lugar… pero no importa…
- ¿Le harás caso?
- Se supone que es lo mejor.- respondí, pero sus pensamientos nuevamente me marearon tanto que casi perdí el equilibrio.
Sentí que Billie me tomaba de la cintura, pero quité sus manos de mi cuerpo.

- ¿Estás bien?
- Sí, no te preocupes.- asintió.- Ahora… necesito saber si quieres saber la verdad por muy estúpida que pueda sonar y prometas creerme y no decirle a nadie, o quedarte con la versión más racional.
- ¿Qué?
- Eso… sólo decide y no pienses tanto.
- La verdad, supongo…
Suspiré.
- Puedo sentir todo lo que piensas, por eso me mareo así que te voy a pedir que, aunque sea muy difícil; pienses en la menor cantidad de cosas que puedas.
- No necesito bromas en este momento.
- No estoy bromeando. No pienses que estoy loca, y tus putas canciones no tienen nada que ver aquí así que no pienses en eso.
Billie empalideció.
- Piensa en cualquier cosa, en lo menos obvio que se te ocurra.- cerró los ojos- Puedo adivinar los números si quieres, puedo saber en qué lugares piensas, en los nombres que vas a pensar; y sí Billie, fumar marihuana es peor que fumar cigarrillos.
- ¿Cómo…?
- Por favor no te desmayes.- le pedí. No estaba segura si estaba haciendo lo correcto, pero… no sabía cómo hacerlo de otra manera.-
- ¿Desde cuándo?
- Desde que llegué.
- ¿Qué?
- Desde que llegué, desde que te conocí he sabido lo que piensas, excepto las últimas semanas en que Uriel no estaba.
- ¿Cómo?
- Esto es lo más raro que puedas escuchar en tu vida. Por favor no te desmayes- volví a pedírselo, casi implorando que no lo hiciera. Asintió, y su mente por primera vez estaba centrada sólo en las palabras que yo estaba diciendo. Cerré los ojos y junté el valor para poder hablar.- Fallecí hace cinco meses si no me equivocó. No pude ascender a lo que la gente llama “cielo” y tú eras mi misión; salvarte me daría el paso a… la vida eterna, la felicidad, el locus amoenus y ese tipo de cosas.
- ¿Qué… eres?
- Cuando me tatuaron las alas me convertí en… ángel.
- Esto es una broma.
- No, sería agradable que sólo fuera una broma, pero es algo bastante serio.
- ¿Entonces Uriel no es tu papá?
- No, un arcángel.- Me miró extrañado- Un ángel que ayuda a otros ángeles.

Asintió.
Estaba procesando toda la información.
- Supongamos que te creo, y no pienso que debería llevarte a un psiquiátrico de inmediato…
- Sabes que estás bastante convencido, aunque no quieras admitirlo
- Como sea… ¿Por qué tienes que irte?
- Porque quiero estar contigo, como nunca pensé que iba a querer estar con alguien.
- Estamos juntos hace menos de una semana.
- Lo sé; créeme, pero hay un detalle que, al menos para mí es importante.
- Y es…
- Nuestra conexión. No era normal que me tocaras y sintiera tanto dolor, o que pudiera sentir tus pensamientos aún estando lejos de ti; y ese sueño en el que me viste  cuando yo no tenía la posibilidad de entrar en tu mente significó algo.- Billie no comprendía del todo. - Eso no importa ahora en todo caso. El asunto es que… debo volver, pero no ahora. En un mes más; pero Uriel dijo que no podíamos ser nada en todo ese tiempo.
- ¿Por qué no?
- Porque es una orden para los ángeles no involucrarse con los humanos.- Recité casi de memoria, como Uriel me lo había explicado tantas veces.
 -¿Qué pasa si estamos juntos este mes? Si me olvido que eres… un ángel y te olvidas tú también.
-Si los demás se enteran nunca tendré el permiso para volver… y no sé qué sería de ti, o de mí. Puede que mis sueños se cumplan
-¿Qué sueños?
-Mis premoniciones.- expliqué- Las que consisten básicamente en lo que será tu vida si no cumplo mi misión.
-¿Pero qué sueñas?
-Tu muerte.- su corazón se aceleró.- Pero no te daré detalles.
-Mucha información para un solo día.

Asentí. Billie se quedó en silencio, y yo aproveché para hacerle un agua con azúcar.
 Supe de inmediato que le costaría asimilar todo, que tendría mil preguntas y que estaba considerando seriamente que todo era un sueño, algo demasiado irreal.
Obviamente lo comprendía absolutamente.
Le di el vaso con azúcar, el cual agradeció y luego me senté junto a él en la cocina. 

-Puedes quedarte aquí hoy y hacerme todas las preguntas que tengas, me puedes pedir lo que sea… pero sólo por hoy.- le dije acariciando su mano.
-¿Uriel no se enojará?
-Sabe todo lo que estamos hablando y no nos ha interrumpido, ni me ha regañado; creo que está bien con esto.- Volvió a mirarme desconcertado.- Tiene acceso a mi mente.
-Yo también quiero ese free-pass.- me dijo y supe que su humor estaba algo mejor.
-Créeme, no es algo tan agradable.- sonreí.- Y gracias por controlar tu mente, de verdad me tenías loca.

Asintió y bebió lo último que le quedaba. Estuvimos bastante rato en silencio. Yo no me atrevía a hablar, y Billie no sabía qué decir.
Mi ventaja era que al menos yo podía saber en qué pensaba y responder algunas cosas que pasaban por su mente.
Luego de un rato decidimos subir a mi habitación y me dispuse a responder sus preguntas y tratar de que entendiera, aunque fuera bastante difícil; toda esa caótica situación.

domingo, marzo 20, 2011

Rest: Capítulo 21





Desperté y sentí de inmediato que no estaba en mi cama, y que no estaba solo. No me tomó mucho rato recordar lo del día anterior, y saber que era Sussan la persona que estaba dormida entre mis brazos en aquel incómodo sillón.

No diré que dormí de maravillas porque estaba con ella, sería una mentira horrible porque el sillón era algo pequeño para ambos y cuando desperté me di cuenta que mi pierna izquierda estaba algo acalambrada.
Me moví un poco para acomodarme cuando Sussan despertó. Con todo el pelo revuelto y algo ojerosa.

- Buen día- le dije con una sonrisa y quise apartarme para darle espacio, pero al hacerlo ella casi se cae así que decidí quedarme como estaba.
- No…- chilló luego de un rato y salió casi volando del sillón
- ¿Qué te pasa?
- Estoy recién despertando y me ves así, que vergüenza.- me dijo y noté que estaba algo nerviosa
- Eres una tonta.- reí.- Yo también estoy recién despertando y no me pongo a gritar o a saltar porque estoy despeinado.-
- Cierto… pero aún así…- me dijo y se acercó para saludarme- Hola
- ¿Cómo dormiste?- le pregunté antes de que se acercara lo suficiente para darme un beso
- Uhm… con tu brazo golpeando mi abdomen toda la noche y con la pierna doblada, pero bien…- me respondió con una sonrisa y me dio un beso en los labios.- ¿No se suponía que tenías que llegar a tu casa?
- Yeap, y mi mamá debe estar interrogando a Mike para saber dónde estoy.
- ¿Sabía que te ibas a juntar conmigo?- Negué.-
- Creo que mejor me voy a mi casa… no quiero que me castiguen.- Seguro…
- ¿Ollie te castiga?
- No- reí y me incorporé a un lado del sillón.- ¿Te dije que lo pasé muy bien contigo ayer?
- No me acuerdo, pero si no lo decías lo iba a hacer yo.-
- Deberíamos salir de nuevo…
- Me parece genial.- me dijo con una sonrisa y yo avancé hasta la puerta después de buscar mi polerón.
- Nos vemos.- Me despedí desde la puerta, le di un corto beso en los labios y me fui rápidamente.

Si no me iba en ese momento era posible que me quedara todo el día, pero no quería que en mi casa se preocuparan tanto, y por sobre todo no quería asfixiar a Sussan estando siempre con ella.
Caminé lento a mi casa donde obviamente, mi mamá y Mike me estaban esperando, y no con la mejor cara.

- ¿Dónde estabas?- gruñó  mi mamá apenas me vio entrar-
- Hola…- saludé algo desconcertado.- Eh… salí
- No; si de eso ya me había dado cuenta… y no fue eso lo que te pregunté
- Lo sé… estaba con… Sussan en su casa y se me pasó la hora anoche.- dije algo avergonzado
- No te costaba nada avisar dónde estarías, me tenías preocupada.
- Lo siento.-
- Lo siento, lo siento… siempre lo mismo Billie Joe.- Se estaba enojando- Sólo trata de que sea la última vez ¿De acuerdo?

Asentí. Sabía que se preocupaba si no sabía de mí, pero no era mi intención quedarme toda la noche afuera esta vez; fue completamente… sorpresivo; pero no quise explicárselo porque pensaría que era otra de mis excusas.
Lo único que hice fue subir a mi habitación junto a Mike, porque sabía que me iba hacer un montón de preguntas; las que no tardaron en aparecer una vez que entramos en la habitación.

-¿Desde cuándo están saliendo?
-Ayer fue la primera cita.- respondí sin darle más importancia
-¿Se besaron?
-Yeap.- abrió los ojos desmesuradamente.-¿Qué? No fue la primera vez… ¿qué tiene?
-Nada…¿Por qué no comentaste que iban a salir?- eso lo preguntó algo dolido
-No lo sé… te iba a contar como resultaba todo…
-¿Y qué hicieron?

Brevemente, sin lujo de detalles comenté lo que habíamos hecho. Berkeley, caminar, comer algo. “Una cita común y corriente”

-Te dije que eso de los vales iba a funcionar.- me dijo
-Obvio, si fue mi idea…
-Pero no estabas seguro
-Es lo mismo…
-Oye… ¿Y qué pasó en la noche?- ya sabía hacia donde se dirigía con esa pregunta
-Nada, nos quedamos dormidos.-
-¿Seguro?
-Seguro Mike- lo dije completamente serio. Estaba aburrido de las preguntas, y realmente quería descansar y dormir bien un rato, me dolía todo el cuerpo por culpa del sillón. Mike notó mi falta de ánimo, y dejó de insistir con aquel tema.

-Oye… ¿y cuándo saldrán de nuevo?-
-No lo sé; no nos pusimos de acuerdo la verdad… pero podría ser para Año Nuevo
-¿No tiene planes con su familia?
-No lo creo, el papá se fue de nuevo… está sola en su casa
-Eso es extraño; ¿Quién llega en navidad y se va el mismo día; y quién no pasa con su hija Año Nuevo y la deja sola?
-El papá de Sue.- le respondí con tono obvio- Tendrá cosas importantes que hacer
-Aún así; ¿no te parece raro?
-Un poco…- admití. –
-    Nunca los he podido ver como… ‘padre e hija’ ¿Sabes a lo que me refiero?
-Sí; son como distantes- respondí sin prestar demasiada atención al asunto. No era algo que me preocupara demasiado en ese momento. – SI se acabó el interrogatorio, me gustaría ir a dormir un rato.
-    De acuerdo.- Mike se puse de pié, para salir de la habitación.-Pero antes de irme… no esperes que no te moleste aunque sea un poco cuando empieces a escribirle canciones a Sue y todas esas porquerías
-    Supongo que no tengo opción.

Mi amigo negó, y decidió salir de una vez de mi pieza.
Yo me tendí inmediatamente en la cama, sin siquiera cambiarme ropa o quitarme algo para estar más cómodo, realmente necesitaba dormir porque me sentía más cansado que nunca.

Los párpados me pesaban demasiado; y lentamente me fui durmiendo.

Nunca antes me había pasado, pero a penas cerré los ojos por completo, vencido ante el sueño me di cuenta que estaba dormido y en un sueño. No sé exactamente cómo me di cuenta, pero Sussan estaba en el sueño conmigo, y tenía una cara de confusión que supuse que yo también tendría.
*

En cuanto vi a Billie Joe en mis sueños me desperté inmediatamente. No era normal que estuviéramos conectados cuando yo ya no tenía mis habilidades; y menos que él estuviera conciente de aquella conexión. Porque, por la confusión que detecté en su mirada supe que estaba conciente de lo que ocurría; y era mejor dejar que las cosas que no debían pasar no pasaran.

Como dormir no era prioridad para mí, aquel día a pesar de lo cansada que me sentía no quise volver a intentar dormir, y menos en la noche. Me mantuve ocupada, leyendo y haciendo cualquier cosa con tal de no ver a Billie en sus sueños nuevamente.  

Al día siguiente Billie fue a verme, pero ninguno mencionó nada del sueño, haríamos como si nada hubiese pasado.
Hacía bastante frío ese día, pero aún así decidimos salir a caminar por cualquier lado. Yo estaba harta de quedarme en la casa todo el tiempo, sin nadie con quien compartir aunque fuesen peleas o discusiones.

Caminamos bastante hasta alejarnos de la ciudad; hasta donde estaba la vieja estación de trenes en el camino Christie, que quedaba al salir de Rodeo.

Billie siempre hablaba de este lugar, y de lo que le gustaba estar ahí. Siempre decíamos que iríamos con Mike pero nunca lo habíamos hecho.

- ¿Aquí es donde te gusta pasar el rato?- le pregunté cuando vi que se sentaba sobre un muro de piedra. No se veía nada más que… cerros sin vegetación, los rieles del tren y piedras por todos lados.
- Sí; siempre me ha gustado; es tan tranquilo
- ¿Desde cuándo que vienes?
- Desde que era chico; una vez acompañé a mi papá en uno de los camiones que conducía y me quedó gustando. Cuando pasamos estaba atardeciendo y… no se; desde ese día  me gusta. 

No quise hacer más preguntas. El tema del papá era algo que aún lo incomodaba, y era mejor no escarbar en el pasado. Además, estaba sintiendo ciertas señales de parte de él que me indicaban que ya no quería seguir hablando del tema.

- No sabes lo que tuve que hacer para liberarme de Mike- me dijo luego de un rato, algo avergonzado. Me reí
- ¿Por qué?
- Ayer le conté que… bueno…
- ¿Qué estábamos saliendo?- asintió. Me causó risa que le diera vergüenza decirlo.
- Y se enojó un poco porque no le contaba, y quería venir porque decía que lo iba a dejar de lado y todas esas cosas; así que mañana… nos tienes que acompañar a Gilman.
- Ah…¿tengo que acompañarlos?-
- Bueno, sólo si quieres y no tienes otros planes
- Obvio que quiero, y no tengo otros planes.- le dije y le robé un beso.
- Ok, entonces mañana haremos eso, a ver si retomamos tus olvidadas clases de guitarra.
- Para que veas lo que he mejorado, y sin tu ayuda.-

Los dos reímos. Me encantaba pasar el rato con él, compartir sus momentos; que me abrazara, que jugara con mi pelo sin sentir dolor, que me besara y sentir su cuerpo junto al mío y sin que nada más importara.