viernes, marzo 25, 2011

Rest: Capítulo 23




Si todo lo que estaba escuchando era parte de un sueño quería despertar; y enseguida.
En mi mente no calzaba la idea de esos seres, niveles y cosas extrañas de las que Sussan hablaba, pero estaba convenciéndome (o tal vez estaba simplemente perdiendo la poca cordura que me quedaba) debido a las pruebas de Sussan; y de Uriel también, quiense había unido a nuestra conversación cuando estuve a punto de colapsar.

Él y Sussan me explicaron que era normal que reaccionara así, pero esa “normalidad” de la que me hablaban se había vuelto demasiado subjetiva.

De cualquier forma, luego de que me calmé, subí a la habitación de Sue y nos quedamos conversando hasta que el sueño me venció.
Le pregunté todo lo que se me ocurrió en ese momento, pero la mayor parte del tiempo sólo recibía respuestas como “no puedo responderte”, “eso lo sabrás más adelante” y otras parecidas e igualmente frustrantes.
Pero la que más me intrigaba saber ni siquiera ella sabía la respuesta, ni Uriel…
¿Por qué nosotros? ¿Por qué, de entre los millones y millones de personas que habitan el mundo nosotros teníamos esa extraña conexión y nos habíamos conocido tan tarde?
Al menos Uriel me tranquilizó asegurándome que no éramos los primeros, y que no seríamos los últimos que les pasara, y que siempre habían soluciones y que todo podría salir bien.

Me explicaron entre los dos esta especie de… sociedad o secta celestial que los controlaba; y las repercusiones que podían tener sus acciones; semejante trama de película, o incluso mejor.

Pero como dije, la conversación duró hasta que me quedé dormido.

Obviamente no me sorprendió soñar con seres extraños, imaginar a Uriel con uñas largas, piel grisácea y el cabello largo y negro. 
Desperté completamente agitado, y con el pelo pegado a la frente por un sudor frío. Algo desorientado me levanté de la cama de Sussan y fui hasta el baño.
Miré con algo de incredulidad mis manos, comprobando que no tenían un color grisáceo como Uriel en el sueño. Me lavé la cara rápidamente y bajé al primer piso en búsqueda de alguien.

Sussan y Uriel se encontraban en la cocina, esperándome con el desayuno servido.
No me extrañó que dejaran de hablar justo en el momento preciso en que entré a la habitación para que yo no los oyera.

- Buenos días.- me saludó Sussan con una sonrisa. Me acerqué y le di un beso en la mejilla (con algo de recelo).- ¿Cómo dormiste?
- Bien, gracias.
- Veo que conociste mi forma natural- ahora Uriel me hablaba, y no entendí nada de lo que decía.- Sé que soñaste conmigo.- Me sonrojé, no sé porqué- y también sé qué soñaste.
- Es normal que nos involucremos en los sueños si salimos nosotros.- me explicó Sussan al ver mi cara, y supongo que al saber en qué pensaba también.
- Exacto; y preferí mostrarte cómo éramos de verdad, ya que tu subconsciente crearía seres completamente desproporcionados y nada que ver con la realidad.- Asentí. Iba a tomarme el café que estaba en frente mío, pero lo miré con algo de desconfianza…
- No tiene nada más que azúcar, agua hervida y obviamente, café.- Era Sussan.- Aunque si quieres puedes prepararte otro.
- Está bien, lo siento…- me sentí idiota… había convivido con Sussan casi seis meses y nunca había tratado de hacerme algo malo; las cosas no iban a cambiar ahora
- Si mi intención fuese hacerte daño lo habría hecho en cuanto te conocí
- ¿Puedo pedirte un favor?- inquirí, poniendo mi cerebro a trabajar a mil para poder expulsar una oración coherente.
- Claro
- ¿Podrías no hacer eso?
- ¿Qué cosa?- me preguntó mi… amiga-novia-ángel-lo que fuese con algo de risa.
- Contestar mis pensamientos. No quiero recordar a cada instante que puedes saber exactamente lo que pasa por mi mente
- Claro, lo siento… de verdad.- se disculpó. No hice nada, ni respondí… me concentré únicamente en la taza que estaba en frente, y me puse a analizar los colores de la cerámica, a contar las burbujas que había en el café; a desviar mi mente de las cosas realmente importantes.

Noté que Sussan se reía constantemente, supongo que le daba gracia el gran esfuerzo que yo estaba haciendo para ahorrarnos problemas.
De cualquier forma, terminé el desayuno a pesar de no tener hambre en absoluto.

- Creo que debes volver a tu casa ahora, Ollie debe estar preocupada; se supone que no te quedarías aquí hoy
- Debe suponer que estoy aquí.- le dije con una mueca.- aunque es verdad, debería volver a casa
- Te acompaño; aún tenemos cosas que hablar.- Asentí.- Iré a buscar algo para abrigarme, aunque no sea necesario; sería raro ver a alguien por la calle sin ropa de invierno cuando está bastante helado.
- ¿No tienes frío? –negó-¿Nunca?-
- No, no tengo sangre, ni pulso, ni nada que mantener a temperatura constante… ya sabes… esto de estar muerta…
- No lo digas así, no es nada chistoso.- musité. Que hablara de esa forma hacía todo más perturbador.
- Lo siento…
- Como sea, anda a buscar algo rápido.

Subió las escaleras, y al rato regresó con un abrigo, un gorro y dos bufandas.
- No seas exagerada.- le dije por las bufandas
-Una es para ti- me pasó una de color negro; la que acepté con gusto y nos fuimos. 

Avanzamos un rato, sin mirarnos, tocarnos ni hablarnos hasta que ella decidió hablar primero.

-Entiendo que las cosas no sean como antes… y lamento haberte dicho todo tan rápido.
-¿Es cierto eso de la conexión?- asintió, y mi corazón latió tan rápido que temí que me diera un infarto o algo así.- ¿Qué es lo que significa eso realmente?
- Que nuestras vidas están destinadas a transformarse mutuamente- no, no me bastaba esa respuesta.- Estábamos destinados a conocernos, y a ser “especiales” para el otro.
- ¿Especiales como amigos o como algo más?
- No lo sé....- utilizó un tono de voz bajo, casi inaudible. Yo simplemente asentí, y le tomé la mano con cuidado.
-¿Cómo puedes sonrojarte si no tienes sangre?- inquirí, al notar cierto rubor en sus mejillas.
-Sólo tú puedes notar que estoy avergonzada y que me sonrojo.- Me quedé en silencio. Creo que si el frío no hubiese sido tan intenso también me habría sonrojado.

- ¿Cómo supiste que teníamos esto?- habíamos avanzado un poco, pero aún tenía demasiadas dudas qué resolver.- ¿Uriel?
-No… creo que lo supe de inmediato cuando te vi.- suspiró.- Creo que todos muy dentro sabemos cuando conocemos a alguien especial; en el momento justo en que las miradas chocan y el corazón te da un vuelco extraño que no sabes explicar….simplemente que algunos se tardan más en reconocerlo.

-¿Según tú nosotros estamos destinados a estar juntos…siempre.?
-No lo sé. No quiero responder eso, puedo estar equivocada y si te digo que sí, que estamos destinados a estar juntos lo creerás y tal vez no sea así; tal vez debas conocer a alguien más… ¿me entiendes?- asentí y la miré a los ojos por primera vez desde que sabía lo que era de verdad.- Tal vez todo lo que estoy dispuesta a renunciar sea en vano… pero eso depende de mí. Tú puedes tomar tus propias decisiones.

Me quedé en silencio. No necesitaba hablar para que ella supiera lo que me pasaba.
No, no estaba seguro de lo que sentía por Sussan, ni siquiera estaba seguro de creer completamente en todas las cosas de las que me estaba enterando o si la sentía tan especial para mí como ella creía que era yo por lo de la conexión. Pero, a pesar de todas las cosas que había oído, de las cosas que me había enterado ese día… en se momento, al mirar sus ojos sólo tenía en mente sus labios, tenerla cerca, abrazarla… sentir ese cosquilleo en mi estómago, el escalofrío que recorría todo mi cuerpo, esa felicidad que me embriagaba al rozar sus labios y acariciar su piel.
No importaba si era un ángel, un extraterrestre o un demonio; a la hora de estar con ella nada más importaba.
Con algo de desconfianza me acerqué y nos detuvimos (porque íbamos caminando mientras hablábamos en todo momento).

-No me importa no ir al cielo ¿sabes? Y no me importaría ir al infierno por quebrar esa estúpida regla de no estar juntos.
-No, no pienses eso… de verdad.- me dijo, pero no podía separarse de mí, ni yo de ella.

No fueron necesarias más palabras. Nuestros labios ya estaban hablando por nosotros. El movimiento perfecto; el momento exacto en que mi mente se detenía y sólo importaba ella; Sussan. La mujer, el ángel, el demonio… nada de eso importaba. Ella y sus labios con los míos eran mi única preocupación; y si tenía que sacrificar algo con tal de estar la mayor cantidad de tiempo posible así con ella valía la pena; aunque ella tratara de convencerme de lo contrario a como de lugar.
Nos besamos por algunos minutos hasta que ella decidió separarse.

-Ya te expliqué que no es tan simple como parece.- Me dijo con bastante pesar en su voz.
-Lo sé; pero… no es necesario que estemos separados todo este tiempo…
-Creo que sí lo es.
-¿Cuándo tienen esa reunión?- pregunté.
-El seis de febrero… creo que es día sábado….- saqué la cuenta.
-Podemos vernos hasta unos días antes… y luego, no lo sé… ahí vemos.
-Tengo que discutirlo con Uriel- me dijo.
-Está bien…-
-Creo que mejor te dejo hasta aquí, y hablaremos en clases… o trataré de visitarte en la noche.

No dije nada, sólo me acerqué y le di un corto beso en los labios.
Me pidió que no pensara tanto en lo que había sucedido y acepté, aunque ambos sabíamos que no era posible.
En cuanto ella se alejó lo suficiente la realidad cayó sobre mis hombros.
Había sido el día más anormal de mi vida, y realmente necesitaría muchos porros, horas en mi habitación y un cuaderno para anotar todo lo que pensaba y así tratar de  desatar los enredos que tenía en la cabeza. 

4 comentarios:

  1. Pobre Billie! Tiene un lio en su mente y necesitará porros, horas encerrado en la habitación y su cuadernito para escribir las ideas. Uriel va a hacer algo grande por esos dos, debe hacerlo xD

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  2. D:!!!! pobre Billie :(:(

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  3. Pobre, mucha información para él xD

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  4. tierno BJ, que le da lo mismo si es un alien o no ♥
    MÁS :B

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