jueves, mayo 05, 2011

Rest: Capítulo 28



Haber ido a ver a Billie Joe fue algo completamente irracional, estúpido y doloroso. Lo tenía más que claro, pero necesitaba verlo, decirle que estaba bien y que él debía estar bien por mí.
 Ver cómo llevaba su vida después de que me fui no era agradable, y temía porque el futuro que supuestamente le esperaba se cumpliera. El suicidio era la peor opción, o al menos eso me había dicho Uriel y era algo que realmente no quería para él.
De todas formas, confiaba en que fuera lo suficientemente inteligente, que usara bien las neuronas que la marihuana y toda esa porquería que consumía aún no afectaba; y recapacitara.
Lo único que podía hacer para ayudarlo era visitarlo en sueños, aunque tenía que ver si los de aquí se daban cuenta que lo había hecho y las repercusiones que recibiría antes de hacerlo nuevamente, o de siquiera considerarlo.

Pero pasaron varios días y no tenía noticias de nada. Sólo estaba en este cuarto sin vida, con muchos seres parecidos a mí, deambulando, esperando impacientes a que les designaran a alguien para salvar o alguna tarea para poder avanzar, salir de este lugar; pero nadie hablaba. Cero comunicación entre nosotros.
Varias veces quise interactuar con algunos que pasaban por mi lado, pero al hacerlo me ignoraban completamente, dándome a entender que por más que lo intentara o recibiría ninguna respuesta porque estábamos obligados a no tener contacto entre notros, aunque quisiéramos.

A veces podía percibir lo que hacía Billie Joe, o cuando me llamaba con muchas fuerzas pero no iba a verlo. Tenía que esperar por alguna señal que me indicara que ni él ni yo saldríamos perjudicados si volvía a aparecerme en sueños, que era la única forma en la que podría  “materializarme” ante él.

Como no tenía noción del tiempo, no sabía exactamente cuánto tiempo llevaba en aquel lugar, ni cuántos días habían pasado de la última vez que había tenido alguna interacción con alguien o algo.
Me sorprendí cuando, de repente empecé a sentir un leve silbido en mis oídos, que se fue intensificando de a poco hasta convertirse en una voz que se me hacía más que conocida.

- Sussan.- era la voz de Uriel, que provenía de un lugar que no podía diferenciar.- ¿Puedes escucharme?
- Sí.- respondí mentalmente, ansiosa.
- Acabo de terminar de exponer tu caso, y tu audiencia será… en unos breves minutos.
- ¿Qué debo hacer?
- Tienes que visualizar una puerta de cristal enorme donde estás.- le hice caso. Estaba bastante lejos de mí, pero el tamaño era tan grande que podía apreciarse desde cualquier lago
- OK
- Ahora, vas hasta allá e inmediatamente se abrirán las puertas. Sales, abres tus alas y dejas ellas te dirijan a ti. No te asustes si piensas que te demoras mucho, o si van a mucha velocidad.- asentí.- Nos vemos cuando llegues.

La comunicación cesó y me dispuse a hacer lo que me había dicho sin analizar nada, simplemente lo hice, sin cuestionar.

No tardé mucho en encontrar la puerta, la atravesé y abrí mis alas.
Al principio no pasó nada; sólo me quedé flotando unos minutos y luego tomaron dirección.
Realmente iba muy rápido, pero no importaba.
Como ya no tenía noción del tiempo, no pude calcular cuánto me había demorado.

Llegué a un lugar diferente a los demás. Estaba completamente iluminado, el piso parecía ser de vidrio y por debajo se apreciaban pequeñas burbujitas y muchos hilos dorados que se juntaban en una bola enorme, como una madeja de lana cubierta del mismo vidrio.
Me agaché y vi que dentro de los hilos iban pasando imágenes, nombres y palabras que no alcancé a leer porque circulaban muy rápido.
Cuando me puse de pié, Uriel estaba a mi lado. Me saludó con una sonrisa, la cual devolví y esperé a que me dijera algo, pero como no lo hizo tuve que preguntar yo.

- ¿Dónde estamos?
- No sabría cómo llamarlo…- contestó, algo dubitativo.- Pero es como la sala de control de todo lo que pasa y deja de pasar en el mundo.
- ¿Y qué son los hilos?-
- Vidas, entrelazadas con otras, y al final.. esa madeja enorme es lo que los humanos podrían llamar destino.- rió.-
- ¿Quién controla todo esto?
- Nadie. Los hilos se conectan por sí mismos… es que todos nacen de la misma madeja, y ahí se reparten a las almas que van circulando… y en algún momento esas almas se juntan con otras, sus vidas se entrelazan, se forman vínculos y luego todo vuelve al comienzo… donde esas vidas son vaciadas y entregadas a nuevas almas que estaban esperando su turno para vivir.
- ¿Qué?- inquirí sorprendida
- En algún momento te explicaré mejor, ahora tenemos cosas que hacer.- me respondió
- Espera, ¿con esto ustedes ayudan a las personas a cumplir lo que se supone deben hacer?-
- Exacto
- ¿Qué salía en la mía?- alzó una ceja.- ¿Qué es lo que según esto debería pasar?
- No lo sabemos, porque tu hilo se partió por la mitad… y tienes dos caminos, dos alternativas…
- ¿Entonces?
- O sea, lo normal es que se divida en la mitad y todo bien, pero el problema contigo es que una mitad quedó intacta pero desprendida totalmente de tu vida, y la otra mitad se dividió en muchos hilos pequeños que aún no logramos ubicar completamente.
- ¿Qué se supone que significa eso?-
-No lo sé. Yo no sabía nada de esto, ni siquiera sabía si era posible hasta ahora… así que aparte de lo que te dije no sé mucho.- suspiré.- Pero eso no es lo importante ahora, insisto
-Cierto- recordé.- ¿Dónde vamos entonces?
-Vamos a ver a lo más parecido a Dios que existe.-

No respondí nada. Sólo avancé junto a él en silencio. Me intimidaba pensar en lo que posiblemente me encontraría.
Avanzamos un poco, y entramos por unas puertas que parecían de agua cristalina, completamente transparentes, pero de nuevo con pequeñas burbujas insertadas por toda su extensión.

Entramos y sentí un aire frío recorrer todo mi cuerpo. Me estremecí y acto seguido apareció ante mí un hombre normal, común y corriente.
Llevaba una túnica blanca, el pelo corto y lo único que llamaba la atención en él era su piel, tan blanca como es posible y sus ojos y labios eran rojos, haciendo el contraste perfecto.
Si lo hubiese visto antes me hubiese dado la impresión de un vampiro más que de Dios.

-Sussan.- fue lo primero que escuché, con una voz suave y delicada. Ahí me di cuenta que no era un hombre, sino que era más parecido a una mujer. Las facciones finas, y un pequeño bulto que sobresalía de su pecho. No sabía qué decir. Las palabras no alcanzaban a formarse. A pesar de lo normal que se veía, era bastante intimidante.
-No tienes que decir nada, no te preocupes.- intervino Uriel.- Ella sólo verá en tu mente lo que necesita saber.
-Está bien.- asentí
-Nada de bloqueos- me advirtió.
Cerré mis ojos y dejé que invadieran mi mente. Uriel y ella, Dios o lo que fuera….

-¿Qué es lo que piden exactamente?- inquirió luego de un rato; no sé si fueron segundos, minutos u horas.-
-Retornar, una segunda oportunidad. Creemos que la división de su vida pudo habernos hecho tomar el camino equivocado en cuando a su hora.- le explicó Uriel.
-Sabes que eso es casi imposible.
-Casi… no he sido yo quien lo ha dicho.-
-¿Sabe lo que le espera después?- Uriel negó.- ¿Estás segura que es lo que realmente quieres?- preguntó, mirándome a mí en esa oportunidad
-Sí.
-Debes saber que al retornar, serás un humano más, igual de vulnerable… no podrás usar tu mente como comunicación y no obtendrás ayuda de parte de nosotros en ningún momento.- asentí.- Y cuando mueras… porque morirás nuevamente; la salvación no será una opción para ti. Te la dimos y la estás rechazando.
-¿Qué?
-Estás muerta, y estás a un paso de salvarte, eso lo sabías.- asentí con la cabeza.- Pero ahora pides volver… si te damos esa oportunidad, las puertas del “cielo”- dijo señalando comillas con los dedos- quedarán cerradas para ti cuando vuelvas a morir.
-¿Y qué pasará conmigo?
-No puedes saber cómo son las cosas del otro lado. Así como nunca supiste sobre nosotros…Y como no sabes qué traerá eso de ser salvada si lo decides así. Nadie puede saberlo, y tú no eres la excepción.-
-Creo que no comprendo todo.- musité.- Es decir que, si ustedes deciden darme otra oportunidad al morir no podré salvarme, y que me dejarán completamente sola. ¿Eso es?
-Exacto.- sonrió.- Tienes que estar muy conciente de las consecuencias a las que te enfrentarás si decides seguir con todo esto
-Estoy dispuesta.
-No tienes que decidirte de inmediato.- me interrumpió Uriel
-No, estoy segura. No me importa no disfrutar después de morir si no pude ser completamente feliz estando viva.-
-Nadie te garantiza que serás feliz, o el tiempo que tendrás.- me dijo Uriel en un susurro.- Puede que bajes, estés caminando por una calle y mueras de inmediato
-Estoy dispuesta a correr el riesgo
-Suena bastante segura.- Intervino la mujer, o lo que fuese.
-Sí, estoy segura
-Perfecto. Ahora, lo único que tienes que hacer es esperar a que te demos la sentencia final.
-¿Cuánto tiempo tarda eso?
-No lo sé. Sólo espera, y luego te diremos qué hacer.- sonrió.- Uriel te dejará donde llegaste y volverás con los demás. Estarás incomunicada en todo momento, nadie puede saber lo que hay aquí si aún no es el momento para que lo hagan. ¿De acuerdo?
-OK
-Y si vas a visitar a … Billie Joe como lo hiciste para su cumpleaños, no puedes hablarle, por ningún motivo. O la petición se anula.
Comprendí las instrucciones, así que la mujer se fue de inmediato, sin necesidad de despedidas.
Uriel me miró de una manera que no supe descifrar. No sé si estaba enojado, dolido o si sentía compasión o pena por mí. En el trayecto no dijo nada.

-Si todo sale bien, no necesitarás más de mí, pero de todas formas… trataré de no dejarte sola.- me dijo
-¿Aquí nos despedimos entonces?
-Sí.- me dijo y lo abracé con fuerza, aunque parecía que estaba abrazando el aire.- Sólo recuerda, eso de la salvación no existe del todo. Puede que estés en el mismo infierno, pero si fuiste feliz te podrás aferrar a eso.- asentí.- Y dale instrucciones a Billie si te dan el permiso para que luego pueda encontrarte.
-No entiendo
-Cuando muera, dile que busque su hilo, y te encontrará. Estoy seguro que en algún momento los hilos de tu vida que andan por ahí volverán y se entrelazarán con los de Billie, y seguirán unidos incluso cuando lleguen a su fin, y sean ocupados por otras almas más.

Me quedé en silencio. Uriel no dijo nada más y desapareció.
No alcancé a agradecerle por todo lo que había hecho, ni pude decirle que jamás lo olvidaría pero creo que lo sabía. No necesitaba que le dijera las cosas para saber que eran así.
Si hubiese tenido lágrimas estoy segura que habría llorado. Aunque no tuve tiempo de nada, ya que mis alas se extendieron y me llevaron de vuelta en frente de las puertas de cristal donde había salido antes. 

lunes, mayo 02, 2011

Rest: Capítulo 27



Hey ¿puedes oírme? Estoy llamando tu nombre. ¿Hola? ¿o es este un adiós? El brillo en tus ojos complica mi cerebro ¿Lo veré otra vez? Así puedo descansar mi mente.
Angel; ángel... bailando a lo lejos mientras todos mis pensamientos se reorganizan.
Ángel; ángel... Alejándose justo cuando las cosas parecían haber cambiado, así puedo descansar mi cabeza


El día de mi cumpleaños llegó bastante rápido. Once días de que Sussan había desaparecido de mi vida por completo y no aún no me acostumbraba a la idea de lo que era; pero tenía muchas noches libres para pensarlo, darle miles de vueltas; y aquello bastaba para que todos notaran lo diferente que andaba últimamente.

No iba a tocar con Mike en el garaje, y si salía era para ir a drogarme y así pensar claramente;  iba a emborracharme a cualquier lugar, o lo que fuese.
Mi cabeza necesitaba un descanso, la incertidumbre me estaba matando lentamente.

- Pareces un zombie- me dijo mi mamá cuando me fui a acostar el 16 de febrero.- Descansa bien para mañana.
- Está bien.- le dije y me acerqué para darle un beso de buenas noches.- Y tú también deberías descansar.
Asintió y apagó las luces de la cocina y de la sala.
- Subiré en un rato.

Sabía que no sería así. Subí a mi pieza y me acosté sobre las sábanas de la cama que hace dos semanas no me molestaba en hacer. Con suerte me bañaba cuando ni siquiera yo podía soportar mi olor a cerveza y cigarrillos; no me molestaba ver mi ropa tirada por todos lados y la cama desordenada. A nadie le importaba. 

Jugué un rato con el gato de mi hermana y después bajé a la sala, para encontrarme con mi mamá, y  la caja de fotos de papá en su regazo; dormida sobre el sillón con el televisor encendido. 

La tomé con cuidado por los brazos y la obligué a despertarse.
- ¿Qué…?- dijo media dormida.
- Shh… te quedaste dormida, pero deberías estar en tu pieza.- musité despacio, ayudándola a ponerse de pié
- No me di cuenta…
- Obvio que no.- reí.- Te dije que descansaras
- Eso haré.

La ayudé a subir a su habitación y luego me fui a acostar.
Esa escena se repetía varias veces en la semana. Extrañamente, se estaba acordando demasiado de papá; y se ponía a ver sus fotografías para aferrarse a su memoria.
En ese momento pensé en lo mucho que me hubiese gustado conservar una foto de Sussan.
Otra vez volvía a mi mente. ¿No iba a poder descansar nunca sin que me atormentara su recuerdo?

En la noche no pude dormir. Esperé que fueran las doce de la noche y me canté a mí mismo el “cumpleaños feliz”.
Dieciséis años, gran cosa.

Amaneció y yo no había dormido más de dos horas en toda la noche. Era inútil seguir acostado, así que me lavé la cara, hice mis necesidades y me afeité. Me corté en el mentón pero eso daba lo mismo. 

Después bajé al patio a limpiar el desorden que siempre dejaba el perro con el maldito gato en la noche, y traté de demorarme lo más que pude.
Así hacía todas las cosas en el último tiempo, no porque no quisiera hacerlas o porque estuviera desganado; sólo me demoraba lo más que podía para mantener mi mente ocupada en cualquier estupidez.

Cuando entré, mi mamá ya se había despertado. Me vio atravesar la puerta de la cocina (que era la que daba al patio de atrás) y se lanzó sobre mí.
- ¡Feliz cumpleaños!-me gritó en el oído, dejándome casi sordo.
- Gracias mamá- le dije a penas, pero no me soltó. Estuvo como cinco minutos apretándome.
- Cada día creces más, mi bebé… ¡Cómo pasa el tiempo!- empezó a decir hasta que las lágrimas brotaron de sus ojos. Hace días que andaba extremadamente  sensible.
- No llores, no harás que el tiempo se devuelva con amargarte.- le dije y sonreí.
- Tienes razón- se secó las lágrimas.- Pero… ¡dieciséis años!
- Espero que me queden muchos más.- mentí.-
- Obviamente, tienes toda la vida por delante.- asentí.- Y bien… ¿Qué quieres que cocine para hoy?
- Da lo mismo, me gusta todo lo que haces.. o casi todo.- respondí
- ¿Lasaña?- levanté la vista. Era mi plato preferido
- No podría pedir nada mejor.- la abracé, pero sin signos de estrangulamiento de mi parte.-¿Dónde están los demás?
- Llegarán más tarde a saludarte, no te preocupes. 

Asentí. No estaba preguntando por eso en realidad. Pero no importaba.
Subí a mi habitación, y encontré una correa nueva para Blue, obviamente de parte de mi mamá.
Después de un rato (o bastante rato, pero da lo mismo); llegó Mike a saludarme.
Como era mi cumpleaños podía quedarme en mi casa, y como la mamá de Mike no se preocupaba mayormente de él o dónde andaba,  se quedó conmigo.
Hablamos de idioteces (como imaginarnos a nosotros mismos en 16 años más) y luego fuimos a comer.

Estaba delicioso; y por fin le tomé el sabor a la comida luego de semanas de comer por inercia. La lasaña era mi comida preferida del mundo, aunque hubiese sonreído plenamente si en vez de agua hubiese cerveza en el vaso que estaba bebiendo; pero lo consideré un simple detalle.
En la tarde llegaron mis hermanos, me saludaron ellos, mis sobrinos y los demás de la familia. Me regalaron uñetas, discos y cosas que agradecí de verdad.

Mike se fue en la noche, los que vivían en la casa conmigo se fueron a acostar porque tenían que ir a trabajar y yo obligué a mi mamá para que hiciera lo mismo.
Ahí había terminado mi día especial.
Sin cambios en mis emociones…

-I’ve become… comfortably numb…- canté cuando me fui a acostar.
Cuando me tendí en la cama lo hice por costumbre, pero a penas puse la cabeza en la almohada me bajó un sueño increíble.
Todas las horas sin dormir se notaron inmediatamente y me quedé dormido profundamente.

Creo que estuve un tiempo con la mente en stand-by (la mejor parte del sueño en sí) y luego empecé a hacerme conciente.

Estaba soñando con que estaba en mi cama, pero era un sueño diferente a los que tenía normalmente, me pude dar cuenta enseguida.
 Era como si me hubiese despertado y estuviera en mi pieza, aunque sabía que seguía durmiendo.
Las cosas tenían las proporciones adecuadas y podía distinguirlas bien.
Me quedé sentado, esperando alguna señal supongo cuando vi aparecer a Sussan a un lado de la cama. ¿Desde cuándo volvía a soñar con ella?

-No te asustes, y por favor no trates de despertar.- me dijo susurrando, adivinando mis pensamientos incluso antes de que se formaran en mi mente
-¿Tú….? ¿Qué haces aquí?- inquirí.- ¿Eres mi subconsciente o de verdad estamos hablando?
-Interprétalo como tú quieras.
-Quiero creer que es de verdad.- respondí.
-Bien. Vine a saludarte por tu cumpleaños. No creas que lo olvidé.
-Eso es lo menos importante.- le dije algo enojado.-¿Cómo estás? ¿Qué es esto? ¿Un adiós o algo que me haga pensar que volverás?
-Es un saludo… no es un adiós. Pero tampoco es sinónimo de que volveré.- suspiré.- Se supone que no debería estar aquí.

Se acercó a mi lado de la cama. Pensé que no podría moverme, pero pude sentarme normalmente y traté de acortar la distancia entre nosotros que parecía mínima, pero mientras más trataba de acercarme, ella parecía alejarse más.
Comprendí que no sería capaz de estar más cerca de ella de lo que ya estaba, así que dejé de insistir.

Se veía hermosa. Ella era hermosa.
Me quedé mirándola por unos minutos, sólo concentrado en sus ojos, en ningún otro detalle más que el reflejo de sus pupilas. Hasta que algo adicional llamó mi atención: un par de alas blancas que salían de su espalda, enormes en comparación a su cuerpo delgado y frágil.
                                                                                       
-Tengo muchas preguntas que hacerte.- solté luego de un rato.
-No tengo mucho tiempo.- me entristecí.- Una pregunta
-No, no puedo hacerte sólo una pregunta.- musité, muy despacio.- Te extraño, y todo ha sido extremadamente aburrido sin ti
-No puedes dejar que eso pase.- la miré extrañado.-No puedo explicarlo bien, pero aunque te cueste tienes que estar bien
-¿Por qué?
-Sólo hazme caso, necesito que seas fuerte. Por ti y por mí. Haz tu vida normal, exactamente como lo hacías antes de conocerme
-Pero...
-Si no lo haces, los de aquí se darán cuenta que sufres por mi culpa y me borrarán de tu mente.- me explicó.
-Está bien; pero…¿cuándo vas a volver?
-No lo sé.- la miré fijamente, luego admiré el resto de su cuerpo por primera vez.

Me sentí feliz sólo al observar gesticular una sonrisa, torcer levemente los labios al hablar, cómo inclinaba su cabeza y el cabello le caía sobre los hombros. Cabello que ya no era negro, sino que un castaño claro, que brillaba inusualmente.

- Mi color natural.- me explicó
-Me gusta
-Gracias.- se acercó a mí, como yo no había sido capaz de hacer anteriormente.- Ahora debo irme, sólo vine a saludarte, y para que sepas que estoy bien.
-No te vayas, por favor.- le rogué. Pero no me hizo caso. Se acercó a mí y me besó. O eso pareció, porque se acercó y pude ver su cara junto a la mía, pero no sentí su tacto en ningún momento.-
-Adiós Billie, y recuerda lo que te dije.
-Sussan…- musité, pero ya se había ido.

Desperté súbitamente, con un sudor frío recorriendo mi rostro. Eran como las tres de la mañana, o eso creí haber visto en el reloj que estaba sobre el velador.
El sueño había sido real, estaba seguro. Había hablado con Sussan, pero no sabía si sentirme feliz o triste por eso; había sido muy poco tiempo…
Hubiese dado lo que fuera porque hubiese estado a mi lado al despertar, por haber sentido sus labios sobre los míos, o simplemente una caricia o su respirarción chocar contra mi rostro una última vez. 

domingo, mayo 01, 2011

Rest: Capítulo 26





Las piernas me temblaban, y si hubiese tenido corazón estoy segura que habría latido con furia durante esos interminables segundos en los que avancé hasta llegar al frente de esa figura impotente, de ropas blancas y mirada penetrante.

- Sussan… ¿Cómo has estado?- dijo con voz de ultratumba, tan fuerte que produjo  eco en toda la habitación.
- Ha podido ser mejor.- dije, tratando de no demostrar lo nerviosa que estaba
- Uriel comentó que querías que yo presidiera tu audiencia por algo en especial ¿cierto?
- Sí.- respondí y noté que quería entrar en mi mente.

Con todo el esfuerzo que pude bloqueé todos mis recuerdos con Billie Joe. Cuando el Guardián desistió, abrí los ojos y noté cierta frustración en su mirada. Luego desvié la vista hacia Uriel, quien me miraba con sorpresa.

- Nunca me había pasado esto.- dijo el Guardián.- ¿Qué le has enseñado?- lo último fue dirigido a Uriel
- Nada, un simple bloqueo de recuerdos… No pensé que fuera efectivo contigo.- dijo sin dejar de sonar asombrado.
- Como no puedo saber qué pasa por tu mente necesito que me digas qué sucede.-Miré a Uriel asustada. No sabía qué decir exactamente.
- Yo… creo que…
- ¿Qué?
- Billie, mi misión; y yo somos almas gemelas.- dije de una, sin dilatar más la situación.
- Imposible. Tú moriste, y él era tu misión. Tu salvación dependía de su felicidad. Lo sabías.
- Sí, pero resulta que… su felicidad es conmigo.- solté sin pensarlo
- Ese es un pensamiento bastante … ególatra ¿No crees?- me preguntó con ironía.
- Sí, puede ser. Pero… el asunto es que; siempre hubo una conexión especial entre nosotros.- le expliqué-
- ¿Por cuánto tiempo mantuviste una relación con él a pesar de que eso estaba completamente prohibido?- me quedé sin palabras.- No es necesario ser adivino para suponer que tuvieron algo.
- Un mes.- respondí
- ¿Y crees que en un mes puedes saber si hay amor?- rió.- Eres bastante ingenua.
- Yo creo que se puede saber al primer segundo de conocer a alguien.

Se quedó en silencio. Nuevamente quiso entrar en mi mente, y esta vez no me resistí. Creo que quedó impactado al darse cuenta de que la conexión de la que le hablaba estaba ahí.

- ¿Qué pretendes que yo haga si estás enamorada de él?- me preguntó luego de un rato.- ¿Quieres que te asigne a otra persona para salvarte?
- No
- ¿Entonces?
- Quiero volver a ser humana
- Imposible
- Mentira. Yo sé que mi destino era morir para conocer a Billie Joe, y sé que cuando dos personas nacen para estar juntas ni aquí en el cielo pueden detenerlos.
- Créeme que sí. Sino todas las personas que se aman volverían de la muerte para seguir amándose ¿no crees?
- No es lo mismo, yo quiero una oportunidad para ser feliz
- Ya tuviste tu oportunidad.- me dijo sin perder la calma, mientras yo me alteraba más y más
- Pero… yo sé que somos almas gemelas, y la única forma que tenía para conocerlo era al morir.
- Pero las cosas son por algo, lástima que lo conociste al morir… pero no puedes volver a la Tierra por un capricho así.
- ¡No es un capricho! Además, acabas de decir que las cosas pasan por algo. Yo creo que era mi destino que todo esto pasara
- ¿Qué te hace pensar que eres especial?
Me quedé en silencio, no tenía nada que responder a eso.

- Nunca había visto una conexión tan fuerte en todos estos años- dijo Uriel desde atrás- Es incluso visible cuando están juntos. Además, se comunican por sueños
- Ya me di cuenta de eso- respondió el Guardián.
- ¿Entonces? ¿Qué más pruebas necesitas? Lo que ellos tienen los hace especial, y cualquiera te diría que merecen una oportunidad de estar juntos.
- Puede ser, pero aún así… no depende de mí que vuelvas o no, y las condiciones que se te impondrán.
- ¿Condiciones?- inquirí
- Obviamente, no querrás ser humana nuevamente, desafiarnos y decirnos que tal vez cometimos un error…
-Nunca dije eso.- le interrumpí, pero siguió hablando como si mi intervención nunca hubiese existido.
-… y no tengas que renunciar a algo o tener condiciones. Nada aquí es incondicional, recuérdalo.- asentí.- Uriel… ¿tú abogarás esto?
-Sí.- respondió con firmeza
-Muy bien… yo no declararé ni a favor ni en contra. Los hechos deberían hablar por sí mismos.
-¿Dónde iremos?. Pregunté-
-¿Tú? A ningún lado. Esta conversación, y todo lo que vi en tu mente será enviado al último… ‘piso’ por llamarle de alguna manera, junto con Uriel… y ahí él te dará detalles.
Asentí, aunque no comprendía mucho.
Uriel se acercó a mí y me abrazó; una muestra de apoyo que jamás había recibido de parte de él.

-Ahora es cuando tienes que ser fuerte, porque tú fuerza será mi fuerza.- me dijo.
-¿Qué tengo que hacer?
-Esperar hasta que sepas de mí.
-¿Puedo bajar?
-Absolutamente no.- me dijo.- Nada de aparecerse en sueños tampoco, es en serio.
-Está bien- le dije y me sentí agotada, como si cada centímetro de mi cuerpo pesara toneladas y estuviera a punto de derrumbarse.
-Esto sólo ha sido el comienzo, una de muchas puertas que tendrás que ir abriendo. Las próximas serán mucho más agotadoras. Aún puedes arrepentirte… me dijo, esperando algún tipo de respuesta pero no podía concentrarme bien.- Cuando yo me vaya de aquí no habrá vuelta atrás. ¿Estás segura que quieres seguir?
-Sí.- dije juntando algo de fuerza para materializar la palabra en mi mente
El arcángel no dijo nada. Estiró sus alas y fue avanzando lentamente.

-Espera hasta que yo aparezca de nuevo, y ten fuerza. Si te sientes agotada, ya sabes qué sucede.
-¿Dónde me quedo por mientras?
-Con los demás ángeles en el purgatorio- me dijo y lo vi desaparecer mientras aún me llegaba en la cara la brisa que dejaba el movimiento de sus alas.