lunes, mayo 02, 2011

Rest: Capítulo 27



Hey ¿puedes oírme? Estoy llamando tu nombre. ¿Hola? ¿o es este un adiós? El brillo en tus ojos complica mi cerebro ¿Lo veré otra vez? Así puedo descansar mi mente.
Angel; ángel... bailando a lo lejos mientras todos mis pensamientos se reorganizan.
Ángel; ángel... Alejándose justo cuando las cosas parecían haber cambiado, así puedo descansar mi cabeza


El día de mi cumpleaños llegó bastante rápido. Once días de que Sussan había desaparecido de mi vida por completo y no aún no me acostumbraba a la idea de lo que era; pero tenía muchas noches libres para pensarlo, darle miles de vueltas; y aquello bastaba para que todos notaran lo diferente que andaba últimamente.

No iba a tocar con Mike en el garaje, y si salía era para ir a drogarme y así pensar claramente;  iba a emborracharme a cualquier lugar, o lo que fuese.
Mi cabeza necesitaba un descanso, la incertidumbre me estaba matando lentamente.

- Pareces un zombie- me dijo mi mamá cuando me fui a acostar el 16 de febrero.- Descansa bien para mañana.
- Está bien.- le dije y me acerqué para darle un beso de buenas noches.- Y tú también deberías descansar.
Asintió y apagó las luces de la cocina y de la sala.
- Subiré en un rato.

Sabía que no sería así. Subí a mi pieza y me acosté sobre las sábanas de la cama que hace dos semanas no me molestaba en hacer. Con suerte me bañaba cuando ni siquiera yo podía soportar mi olor a cerveza y cigarrillos; no me molestaba ver mi ropa tirada por todos lados y la cama desordenada. A nadie le importaba. 

Jugué un rato con el gato de mi hermana y después bajé a la sala, para encontrarme con mi mamá, y  la caja de fotos de papá en su regazo; dormida sobre el sillón con el televisor encendido. 

La tomé con cuidado por los brazos y la obligué a despertarse.
- ¿Qué…?- dijo media dormida.
- Shh… te quedaste dormida, pero deberías estar en tu pieza.- musité despacio, ayudándola a ponerse de pié
- No me di cuenta…
- Obvio que no.- reí.- Te dije que descansaras
- Eso haré.

La ayudé a subir a su habitación y luego me fui a acostar.
Esa escena se repetía varias veces en la semana. Extrañamente, se estaba acordando demasiado de papá; y se ponía a ver sus fotografías para aferrarse a su memoria.
En ese momento pensé en lo mucho que me hubiese gustado conservar una foto de Sussan.
Otra vez volvía a mi mente. ¿No iba a poder descansar nunca sin que me atormentara su recuerdo?

En la noche no pude dormir. Esperé que fueran las doce de la noche y me canté a mí mismo el “cumpleaños feliz”.
Dieciséis años, gran cosa.

Amaneció y yo no había dormido más de dos horas en toda la noche. Era inútil seguir acostado, así que me lavé la cara, hice mis necesidades y me afeité. Me corté en el mentón pero eso daba lo mismo. 

Después bajé al patio a limpiar el desorden que siempre dejaba el perro con el maldito gato en la noche, y traté de demorarme lo más que pude.
Así hacía todas las cosas en el último tiempo, no porque no quisiera hacerlas o porque estuviera desganado; sólo me demoraba lo más que podía para mantener mi mente ocupada en cualquier estupidez.

Cuando entré, mi mamá ya se había despertado. Me vio atravesar la puerta de la cocina (que era la que daba al patio de atrás) y se lanzó sobre mí.
- ¡Feliz cumpleaños!-me gritó en el oído, dejándome casi sordo.
- Gracias mamá- le dije a penas, pero no me soltó. Estuvo como cinco minutos apretándome.
- Cada día creces más, mi bebé… ¡Cómo pasa el tiempo!- empezó a decir hasta que las lágrimas brotaron de sus ojos. Hace días que andaba extremadamente  sensible.
- No llores, no harás que el tiempo se devuelva con amargarte.- le dije y sonreí.
- Tienes razón- se secó las lágrimas.- Pero… ¡dieciséis años!
- Espero que me queden muchos más.- mentí.-
- Obviamente, tienes toda la vida por delante.- asentí.- Y bien… ¿Qué quieres que cocine para hoy?
- Da lo mismo, me gusta todo lo que haces.. o casi todo.- respondí
- ¿Lasaña?- levanté la vista. Era mi plato preferido
- No podría pedir nada mejor.- la abracé, pero sin signos de estrangulamiento de mi parte.-¿Dónde están los demás?
- Llegarán más tarde a saludarte, no te preocupes. 

Asentí. No estaba preguntando por eso en realidad. Pero no importaba.
Subí a mi habitación, y encontré una correa nueva para Blue, obviamente de parte de mi mamá.
Después de un rato (o bastante rato, pero da lo mismo); llegó Mike a saludarme.
Como era mi cumpleaños podía quedarme en mi casa, y como la mamá de Mike no se preocupaba mayormente de él o dónde andaba,  se quedó conmigo.
Hablamos de idioteces (como imaginarnos a nosotros mismos en 16 años más) y luego fuimos a comer.

Estaba delicioso; y por fin le tomé el sabor a la comida luego de semanas de comer por inercia. La lasaña era mi comida preferida del mundo, aunque hubiese sonreído plenamente si en vez de agua hubiese cerveza en el vaso que estaba bebiendo; pero lo consideré un simple detalle.
En la tarde llegaron mis hermanos, me saludaron ellos, mis sobrinos y los demás de la familia. Me regalaron uñetas, discos y cosas que agradecí de verdad.

Mike se fue en la noche, los que vivían en la casa conmigo se fueron a acostar porque tenían que ir a trabajar y yo obligué a mi mamá para que hiciera lo mismo.
Ahí había terminado mi día especial.
Sin cambios en mis emociones…

-I’ve become… comfortably numb…- canté cuando me fui a acostar.
Cuando me tendí en la cama lo hice por costumbre, pero a penas puse la cabeza en la almohada me bajó un sueño increíble.
Todas las horas sin dormir se notaron inmediatamente y me quedé dormido profundamente.

Creo que estuve un tiempo con la mente en stand-by (la mejor parte del sueño en sí) y luego empecé a hacerme conciente.

Estaba soñando con que estaba en mi cama, pero era un sueño diferente a los que tenía normalmente, me pude dar cuenta enseguida.
 Era como si me hubiese despertado y estuviera en mi pieza, aunque sabía que seguía durmiendo.
Las cosas tenían las proporciones adecuadas y podía distinguirlas bien.
Me quedé sentado, esperando alguna señal supongo cuando vi aparecer a Sussan a un lado de la cama. ¿Desde cuándo volvía a soñar con ella?

-No te asustes, y por favor no trates de despertar.- me dijo susurrando, adivinando mis pensamientos incluso antes de que se formaran en mi mente
-¿Tú….? ¿Qué haces aquí?- inquirí.- ¿Eres mi subconsciente o de verdad estamos hablando?
-Interprétalo como tú quieras.
-Quiero creer que es de verdad.- respondí.
-Bien. Vine a saludarte por tu cumpleaños. No creas que lo olvidé.
-Eso es lo menos importante.- le dije algo enojado.-¿Cómo estás? ¿Qué es esto? ¿Un adiós o algo que me haga pensar que volverás?
-Es un saludo… no es un adiós. Pero tampoco es sinónimo de que volveré.- suspiré.- Se supone que no debería estar aquí.

Se acercó a mi lado de la cama. Pensé que no podría moverme, pero pude sentarme normalmente y traté de acortar la distancia entre nosotros que parecía mínima, pero mientras más trataba de acercarme, ella parecía alejarse más.
Comprendí que no sería capaz de estar más cerca de ella de lo que ya estaba, así que dejé de insistir.

Se veía hermosa. Ella era hermosa.
Me quedé mirándola por unos minutos, sólo concentrado en sus ojos, en ningún otro detalle más que el reflejo de sus pupilas. Hasta que algo adicional llamó mi atención: un par de alas blancas que salían de su espalda, enormes en comparación a su cuerpo delgado y frágil.
                                                                                       
-Tengo muchas preguntas que hacerte.- solté luego de un rato.
-No tengo mucho tiempo.- me entristecí.- Una pregunta
-No, no puedo hacerte sólo una pregunta.- musité, muy despacio.- Te extraño, y todo ha sido extremadamente aburrido sin ti
-No puedes dejar que eso pase.- la miré extrañado.-No puedo explicarlo bien, pero aunque te cueste tienes que estar bien
-¿Por qué?
-Sólo hazme caso, necesito que seas fuerte. Por ti y por mí. Haz tu vida normal, exactamente como lo hacías antes de conocerme
-Pero...
-Si no lo haces, los de aquí se darán cuenta que sufres por mi culpa y me borrarán de tu mente.- me explicó.
-Está bien; pero…¿cuándo vas a volver?
-No lo sé.- la miré fijamente, luego admiré el resto de su cuerpo por primera vez.

Me sentí feliz sólo al observar gesticular una sonrisa, torcer levemente los labios al hablar, cómo inclinaba su cabeza y el cabello le caía sobre los hombros. Cabello que ya no era negro, sino que un castaño claro, que brillaba inusualmente.

- Mi color natural.- me explicó
-Me gusta
-Gracias.- se acercó a mí, como yo no había sido capaz de hacer anteriormente.- Ahora debo irme, sólo vine a saludarte, y para que sepas que estoy bien.
-No te vayas, por favor.- le rogué. Pero no me hizo caso. Se acercó a mí y me besó. O eso pareció, porque se acercó y pude ver su cara junto a la mía, pero no sentí su tacto en ningún momento.-
-Adiós Billie, y recuerda lo que te dije.
-Sussan…- musité, pero ya se había ido.

Desperté súbitamente, con un sudor frío recorriendo mi rostro. Eran como las tres de la mañana, o eso creí haber visto en el reloj que estaba sobre el velador.
El sueño había sido real, estaba seguro. Había hablado con Sussan, pero no sabía si sentirme feliz o triste por eso; había sido muy poco tiempo…
Hubiese dado lo que fuera porque hubiese estado a mi lado al despertar, por haber sentido sus labios sobre los míos, o simplemente una caricia o su respirarción chocar contra mi rostro una última vez. 

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